jueves, 21 de noviembre de 2024

Entrevista capotiana a Benjamín Escalonilla

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Benjamín Escalonilla.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Una habitación sin puertas ni ventanas -para que fuese más sencillo- con conexión a internet ubicada en cualquier parte.

¿Prefiere los animales a la gente? Todos somos animales. Mis animales preferidos son variopintos, algunos vuelan, otros son contrabajistas, y la mayoría de ellos te mira directamente a los ojos sin que resulte amenazante.

¿Es usted cruel? De las razones por las que más disfruto la escritura es por la voz de los personajes, sus reflexiones y su sentir; solo a través de la empatía encuentro esas voces y desde la empatía la crueldad no es posible.

¿Tiene muchos amigos? Como todas las personas, solo puedo tener un limitado número de amigos íntimos por cuestiones relacionadas con el tiempo. Así que como todos, tengo menos de diez.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Busco ese cóctel de cualidades -no es siempre el mismo-, que produce una resonancia entre él o ella, y yo. Busco que me miren a los ojos sin amenaza. Busco una conversación.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Procuro no medir a mis amigos en términos de acierto o decepción.

¿Es usted una persona sincera? Tengo que serlo, porque solo desde la sinceridad puedo encontrar esa conversación y esa mirada.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, conversando, manteniendo sexo, escuchando conciertos.

¿Qué le da más miedo? Perder la ilusión. Porque cuando la he perdido me he encontrado en un yermo de fuerzas gravitacionales temibles.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El dogmatismo. Creer sin pensar.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Leer, conversar, mantener relaciones sexuales, escuchar conciertos.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Gimnasia. Bailo.

¿Sabe cocinar? Sí. Casi siempre como lo que me cocino. Preparo una arrabiata que disfruto enormemente.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Julio Cortázar.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Ilusión.

¿Y la más peligrosa? Extremismo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? De izquierda (populismos aparte).

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un mono o un gato. Un gatomono.

¿Cuáles son sus vicios principales? Irme de copas con amistades.

¿Y sus virtudes? Dar buena conversación a mis amistades.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Las de unas branquias. Las de mi pareja y mis hijos.

T. M.