martes, 18 de marzo de 2025

Ir de museos a los Países Bajos sin salir de casa

En 2013 Ramón Andrés publicaba «El luthier de Delft», en que se estudió la música, pintura y ciencia en tiempos de Vermeer y Spinoza, es decir, durante el segundo tercio del siglo XVII. Para ello partía del análisis del cuadro de Carel Fabritius «Vista de Delft con el puesto de un vendedor de instrumentos musicales» (1652), y explicaba cómo en esta localidad holandesa sucedió la explosión de un polvorín que a todos sus habitantes afectaría en mayor o menor medida, incluida la casa de Vermeer, y cómo se fue configurando una pléyade de pintores y artesanos en todo el país que se interrelacionarían intensamente. Es el periodo de nuevas teorías sobre la perspectiva que atraen a pintores como Saenredam o Emanuel de Witte, de los cuales sabe mucho la escocesa Laura Cumming, crítica de arte en prensa escrita y autora de un libro sobre Velázquez.

En «Trueno. Una historia de arte, vida y muerte» (traducción de Sion Serra) cada `pintura observada cobra vida a partir, por ejemplo, de una visita a la National Gallery de Londres, con la que empieza el libro. Así, la autora rememora cómo de joven se sintió identificada con uno de los personajes de «Una vista de Delft», una percepción que justifica de la siguiente manera: «Las imágenes pueden apuntalarnos, recordarnos quiénes somos y qué representamos. La relación que cada uno de nosotros tenemos con ellas es tan singular que nadie puede negar nuestra experiencia. Lo que ves es lo que tú ves, solo tuyo y siempre fiel a ti, digan lo que digan los demás».

Realmente, es una oda al subjetivismo y a la moda imperante actual de destacar lo emocional como vara de medir el mundo en vez de un camino de análisis y conocimientos científicos. Este enfoque personalista sigue hasta ver cómo la autora tiene una especial querencia por el arte neerlandés, por una anécdota familiar, pero en todo caso es un buen trabajo para conocer más a Fabritius, «un joven de un sombrío atractivo»; pero también para fijarnos en detalles de la obra de pintores como Rembrandt u otros menos conocidos como Hendrick Avercamp, cuyos «cuadros muestran un mundo helado».

Publicado en La Razón, 7-XII-2024