martes, 28 de octubre de 2025

Entrevista capotiana a Claudia Apablaza

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Claudia Apablaza.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Elegiría, al igual que la protagonista de La siembra de nubes, la casa de mis abuelos en Las Mercedes, sexta región, Chile. Es una localidad, porque ni siquiera es un pueblo, donde vivió mi padre su infancia. Es un lugar que visitaba cada domingo para reunirme con mi familia y también donde pasaba los veranos con mis primas. Como segunda opción, me quedaría a vivir dentro de una palta.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero a ciertos tipos de animales y prefiero cierto tipo de gente. Soy amantes de los perros y amante de la gente tímida y silenciosa, excéntrica, descentrada, pero que persigue algo inocuo obsesivamente.

¿Es usted cruel? Supongo que sí habita en mí la crueldad, como en toda la gente, pero mi eros la mantiene a raya y la controla amorosamente.

¿Tiene muchos amigos? No tantos como Roberto Carlos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Tal vez las personas que más me atren son aquellas que tienen un humor que esconde que están performando la vida. Me gusta le gente irónica, con un humor oscuro, pero que ese humor esconda fragilidad y ternura.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Mis amigos me decepcionan y yo decepciono a mis amigos, porque en eso también se funda la amistad, en ir tejiendo esa pequeña batalla de amor y desamor.

¿Es usted una persona sincera? Es uno de mis defectos, la extrema sinceridad, una suerte de falta de filtro para esconder lo más íntimo. Eso deja en evidencia mis puntos débiles, los expone. Por eso te digo que es un defecto, porque deja mi cuerpo a tajo abierto.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Tirarme en mi cama, cerrar los ojos y evitar que entren pensamientos o ideas, cualquiera sea su naturaleza.

¿Qué le da más miedo? La IA y la repentina construcción de bunkers de multimillonarios.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Que mueran los niños en las guerras y genocidios, como lo que está sucediendo actualmente en Palestina.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Observadora de nubes y activista del clima.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, voy al gimnasio durante la semana, pero aparte camino mucho, soy heredera de ese oficio del caminar, donde el movimiento del cuerpo va definiendo también el de las ideas. Por ejemplo, el viaje de Herzog  desde Múnich hasta París en “Caminar sobre hielo”, “El paseo” Robert de Walser, Mario Levrero, y “La novela Luminosa” donde la caminata es fundamental para concretar la escritura, Viaje a Pie del colombiano Fernando González Ochoa, o las caminatas fallida de Macedonio Fernández entre Buenos Aires y Paraguay para fundar una colonia anarquista.

¿Sabe cocinar? Sí, me gusta mucho cocinar, soy monotemática con los alimentos y con lo que cocino, además de que soy aficionada a comer alimentos sin mezclas. Por ejemplo, el tomate en sí, el calabacín en sí, solo y sin mezclarlo con nada más que con aceite, una lechuga lo mismo. Me gusta ver la forma de los alimentos, su color brotando en el plato.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Mi abuelo tenía dos perros, el rempuja y la flojita. Eran una pareja inolvidable, el rempuja se llamada así por empujar y la flojita por aflojar, entonces mi abuelo decía que uno empujaba y la otra aflojaba, que hacían la pareja perfecta e inolvidable.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Nosotras.

¿Y la más peligrosa? Yo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? A algunas abejas.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Una mujer profundamente de izquierda, pero estos meses me he estado sumergiendo en las ideas de Kohei Saito, que se centra en escritos tardíos de Marx (los llamados cuadernos etnológicos y reflexiones sobre la ecología), donde identifica preocupaciones sobre los límites ecológicos del capitalismo.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Activista del clima.

¿Cuáles son sus vicios principales? Comer palta.

¿Y sus virtudes? Creo que dedicarme a la editar y escribir.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Una fuente llena de palta molida con aceite, gotitas de limón y un poco de sal, el río de mi infancia que estaba en San Francisco de Mostazal y las nubes que me llevarían de regreso desde España a Chile.

T. M.