lunes, 23 de noviembre de 2009

Entrevista capotiana a José María Conget


En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló “Autorretrato” (versión en español dentro de Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente “entrevista capotiana”, con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José María Conget.

-Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
He vivido en dos docenas de casas durante los últimos 30 años, en los cuatro puntos cardinales de España y en varios países extranjeros de dos continentes. Actualmente todavía no sé dónde me gustaría instalarme. ¿Puede alguien así elegir “un solo lugar sin salir jamás de él”? Ni en mis peores pesadillas.
-¿Prefiere los animales a la gente?
No.
-¿Es usted cruel?
Asumo una vena de crueldad inevitable en la naturaleza humana, supongo, pero no, no soy cruel.
-¿Tiene muchos amigos?
No una legión pero sí los suficientes para sentirme afectivamente arropado en los casos necesarios.
-¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sentido del humor, lealtad, confianza.
-¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No.
-¿Es usted una persona sincera?
La sinceridad es un concepto que exige matizaciones. Suelo decir lo que pienso, si eso es lo que se me pregunta.
-¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me gusta charlar con las personas que quiero, pasear, leer, ir al cine, escuchar música.
-¿Qué le da mas miedo?
Que quien llame a mi casa a las siete de la mañana no sea el lechero, por parafrasear a Churchil.
-¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La prepotencia de los soberbios, la estupidez de los políticos.
-Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Lo mismo que hago como escritor, escuchar a Bach y a Leonard Cohen, ver de nuevo El tercer hombre, quedar con un amigo para evocar un episodio de hace veinte años que no estoy seguro de recordar bien, qué sé yo. Sería un lector más inocente, aunque al ejercer la enseñanza de la literatura la inocencia se pierde también.
-¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino. Detesto los deportes, con la excepción del futbolín.
-¿Sabe cocinar?
No soy un gran chef pero me defiendo.
-Si el Reader's Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre "un personaje inolvidable", ¿a quién elegiría?
Entre los de ficción, a Sandokán u otro personaje de Salgari; entre los históricos, al propio Salgari, por ejemplo.
-¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Ni puta idea.
-¿Y la más peligrosa?
Las palabras que nada significan, o sea, la mayoría de las utilizadas en el lenguaje político y en la jerga religiosa.
-¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Pero sí me ha alegrado alguna muerte y no sé si eso debería avergonzarme.
-¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las que tradicionalmente se llamaban de izquierdas, sin adscripción a ningún partido.
-Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Dibujante de tebeos, algo para lo que no poseo la menor aptitud.
-¿Cuáles son sus vicios principales?
Tengo muy bien repartida mi participación en los siete pecados capitales, no me libro de ninguno.
-¿Y sus virtudes?
Puedo reírme del personaje que represento.
-Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Eso es impredecible, en el caso de que de verdad haya imágenes más allá de la agonía por sobrevivir. La literatura y el cine proponen sus Rosebuds diversos, yo ignoro cuáles son los míos.

T. M.