lunes, 8 de marzo de 2010

Artículos con boomerang



Reunir diferentes textos desperdigados para componer un libro de ensayos no siempre es tarea fácil; cabe encontrar una temática específica o un tono homogéneo, establecer intenciones comunes. Por cuenta propia es un intento, tan valioso como irregular, de llevar a cabo ese propósito. Su autor, Rafael Chirbes (Valencia, 1949), ha subtitulado su nuevo libro “Leer y escribir” para justificar la presencia de una serie de escritos muy dispares, publicados en revistas o leídos en conferencias entre los años 2002 y 2009, que tienen menor relevancia que el prólogo preparado para la ocasión.
.....En efecto, cuántas veces la presentación de un libro ensayístico resulta más audaz que los propios ensayos rescatados. En ella, el escritor pone en solfa sus verdaderas inquietudes literarias y las muestra con claridad y pulso actual. Entonces, el lector siente que esas páginas introductorias deberían haber tenido continuidad y conformar el volumen en sí. “La estrategia del boomerang”, que así se llama la introducción, es un acercamiento a cómo el escritor concibe sus novelas, advirtiendo que “la narrativa es un arte tan lábil como pueda serlo el sentido de las palabras con que se construye; que no brinda seguridades, ni siquiera en eso de que, en otros oficios, se llama capacitación profesional”. Chirbes plantea buenas ideas, aunque para mi gusto se base en demasiadas citas ajenas, y va en busca de las preguntas capitales: “¿Qué es ser artista en el siglo XXI, a quién representa el artista, a quién represento yo cuando escribo una novela?”
.....Evidentemente, se trata de preguntas de respuestas imposibles, cuyo interés no radica en la verdad de su resolución, sino en la mirada que cada creador construya acerca de ellas. La de Chirbes se queda a mitad de camino, pero su propuesta de reflexión cala en el lector, que abre con apetito las siguientes secciones del libro.
.....En la primera, dedicada a los “maestros”, el autor de La caída de Madrid recupera textos sobre La Celestina, Cervantes, la relación entre la literatura y la guerra, y Pérez Galdós. Todos ellos muestran el rigor y la lectura atenta de un hombre que ama esos clásicos, aunque su tono sea pedagógico, informativo, y, aun siendo útiles para el neófito, no añadan demasiado para aquellos que conozcan la famosa tragicomedia o el Quijote. Pareciera que Chirbes escribe artículos para ordenar sus pensamientos y compartirlos con el lector, pero es poco ambicioso en sus intenciones, demasiado tímido por así decirlo; sus páginas están estupendamente escritas y a la vez esperamos que diga algo más revelador, que vaya más allá de lo consabido. Sólo en el texto dedicado a Galdós, creo que surge el Chirbes más personal, haciendo un escrito realmente necesario: expone cómo el autor canario ha sido maltratado por la historia, por las diferentes generaciones de intelectuales que lo han menospreciado, aunque resulta sorprendente que, para hablar de ello, ni siquiera cite a los pioneros al respecto: J. F. Montesinos y Ricardo y Germán Gullón.
.....Más raro se me hace, al ver sus exquisitos gustos y grandes dotes como lector, comprender su querencia por la obra de Carmen Martín Gaite, sobre la que habla a partir de los papeles póstumos Los cuadernos de todo. Así comienza una segunda sección de “contemporáneos” que abarca, además, escritos sobre Andrés Barba, la gastronomía en la obra de Vázquez Montalbán y una novela de Aldecoa. La sección, sin embargo, carece de unidad, pues junto a textos dedicados a autores concretos, ofrece tres pequeños artículos donde se habla de “la vigencia de la novela”, por ejemplo, que resultan redundantes en relación con el prólogo citado.
.....Más adelante, en “Memorias y maniobras”, vemos al Chirbes que con tanto afecto habla de su admirado Max Aub y se adentra en un territorio en el que sí tiene una visión muy definida e interesante: la política y la literatura de la posguerra e incluso los tiempos de la transición. En escritos como “El principio de Arquímedes”, “De qué memoria hablamos” o “Una nueva legitimidad”, el autor penetra en la guerra civil, en la Segunda República, en todo lo que se perdió cuando las dos Españas estallaron. Es un Chirbes firme y sensible, resignado y sereno, que entiende la narrativa como una inmersión en la historia, lo cual complementa la fusión literaria que, intuyo, él ve ideal: la necesidad de estilo de un Proust con la necesidad de captación social de un Balzac.
.....Por último, en el epílogo que conforma el apartado “Cuestiones domésticas”, aparece un Chirbes con una autoexigencia rebajada: su humildad y modestia dan paso a un texto demasiado personal que, a mi juicio, no debería estar en un volumen como el que nos ocupa: “El escritor y el editor”. En él, cuenta las nimiedades que acompañaron la publicación de su primer libro, la reacción de Jorge Herralde, sus llamadas por teléfono a Martín Gaite… Si en algún momento Chirbes había lamentado la cantidad de veces en las que muchos autores nos presentan su “cocina”, ahora es él quien nos abre la puerta a algo que forma parte de su intimidad editorial, que puede servir para una conferencia sobre sí mismo de tono informal (de hecho, fue una charla para un curso de escritura y edición de la Universidad Menéndez Pelayo), pero que no tiene altura para colocarla en un libro de ensayos literarios. Pero es que es arduo, decíamos al principio, componer un tomo de estas características, y muy grande la tentación de tener un escrito guardado y no darle continuidad y nueva vida mediante la publicación en libro.

Publicado en Clarín, núm. 85, enero-febrero 2010