sábado, 17 de abril de 2010

Antología personal de música clásica: VIII



Segundo movimiento de la Sinfonía nº 5 de LUDWIG VAN BEETHOVEN
.
Extrañamente, no me consideré un admirador incondicional de Beethoven desde el principio. Siempre tenía la sensación de que aún no acababa de conocerlo bien, de que todavía tenía que adentrarme más y más en su música para ser capaz de valorarla, de que sus creaciones eran más introspectivas, más graves, más difíciles de sentir que las de otros. Luego, sin embargo, me aproximé a él con gran placer, sobre todo al escuchar sus obras para cuerda (como la Sonata a Kreutzer, título de una obra sobre el horror del matrimonio de Tolstói), aunque me queda mucho por recorrer a su lado. La pieza que he elegido de él pertenece también a esa maravillosa época privada de la primera juventud: de Mozart, Dire Straits, The Doors, de libertad, de largos besos en público, de jugar de forma experta al billar bajo la lámpara central mirando a mi chica intensamente antes de dar el siguiente toque. Como había tan pocas ocasiones de adquirir algo, cuando ahora miro el CD que compré por cuatro duros en la feria de antigüedades de la Gran Vía barcelonesa, azul, más bien feo, me doy cuenta de lo mucho que aprendí a apreciar cada uno de mis tesoros (un disco, un libro), algo tal vez imposible en la actualidad, pues la abundancia rodea a los que incluso no tienen posibilidades de comprar. La sinfonía 5 es la que empieza con el famoso ta ta ta chaaaán, pero a mí me gusta más el resto de la obra.