martes, 11 de mayo de 2010

La ciudad ideal. Guía para visitar la Utopía platónica

Foto: Lidia Montesinos

En el número 86, de marzo-abril, de la revista Clarín, publico un ensayito sobre el concepto de utopía en Platón, con fotos de Atenas, pero con el tono de guía de viaje, considerando al lector un turista y como un lugar turístico esa ciudad de Utopía. He aquí los párrafos iniciales:
.
"Para aquel que desee preparar un viaje allá donde todo puede hacerse realidad, hasta los sueños, las predicciones y las fantasías, nada mejor que afrontar cualquiera de los caminos que conducen a Utopía, ese lugar que no existe, 'plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación', según el diccionario. Para el viajero, es el país más accesible, el más próximo, el más íntimamente ligado a su instinto de huir, escapar o salir del lugar que ocupa. Las direcciones son infinitas; los senderos, ilimitados; el punto y el momento de llegada, al gusto del consumidor.
.
El viaje que emprendemos, al componerse de ilusión, lo está también y sobre todo formado de palabras, de invenciones ficticias, de literatura. Pero también sabemos que muchas veces los libros hablan, incluso desde lo fantástico, de la cara oculta y menos visible de la realidad, del vivir cotidiano.
.
Los que visitan con frecuencia el territorio de la Antigüedad advierten que, para pisar Utopía, cabe acudir a lo que Platón ya expuso en su día en varios de sus textos. Por otro lado, tampoco ahora se trata de que nos planteemos viajar a otra de las caras de Utopía –aquella que remite a lo exótico, a lo extraño– con el fin de vivir aventuras; es más bien Utopía la entrada a un mundo donde todo se reconstruye, donde el viajero penetra en realidades desconocidas, sorprendentes y asombrosas, tanto por sus rarezas como por su dosis de elevado sentido común. Y al igual que le sucede al turista occidental al arribar a puertos orientales, o al moderno ciudadano nórdico acostumbrado al confort y a la tecnología punta en el momento en que descubre un continente vencido por el hambre, el hecho de cruzar el umbral de Utopía también guarda esa impresión de cambiar radicalmente de escenario.
.
Por esta razón, el viajero que pretenda conocer dicha tierra habrá de soltar el lastre de los prejuicios, llevar con él lo imprescindible, tener los ojos muy abiertos y a punto su cámara fotográfica o de vídeo, pues no cabe duda de que la sorpresa continua merece ser registrada. Los mapas ayudarán lo justo, pues necesitaremos con tanta exactitud como libertad la sugerencia de ir por unos caminos u otros. Si a menudo utopía es sinónima de quimera, de objetivo irrealizable, el viajero muy bien podrá entregarse al azar de las calles, las plazas, los edificios, las carreteras, los cielos y las montañas de cada ciudad de Utopía." [...]