miércoles, 5 de mayo de 2010

Sobre "Percusión", junto a José Balza

Hace una semana, tuve el placer de compartir mesa, en la madrileña Casa de América, con Antonio Rivero Taravillo, Ernesto Pérez Zúñiga y José Balza, para presentar la obra de este, que he prologado, Percusión (1982). He aquí algunos fragmentos de mi intervención, de la que he extraído los recuerdos personales con el escritor para dejar sólo mi impresión por su literatura.

[...] la raza de escritor que es José, que lleva su obra a cuestas, en su imaginación lingüística y visual, y vive para arquear la espalda y anotar una hoja de papel en todo momento y lugar. Es de la estirpe de los escritores que más admira: Cervantes, Kafka, Proust, que existen para hacer que exista una Literatura, que sacrifican hasta la vida personal para que emerja el arte, para responder a su instinto poético, narrativo, con novelas y cuentos.

De ahí que ese tipo de autores, en constante reflexión, sean un todo de mente y carne: cerebro y sangre que confluyen en la voz que opina, describe, comunica. [...] su compleja interioridad artística, su soledad creativa, es el contrapeso de su mundo exterior: de profesor, conferenciante, comunicador en tantas universidades de América y Europa. Y esto, su visión del mundo global, de ciudades y tiempos diferentes, se nota en Percusión, una de las lecturas que más satisfacción me han dado en 37 años de leer y leer y leer, y a veces, escribir sobre lo leído.

[...] Al ver que Percusión, una obra tan extraordinaria, estaba ausente de una industria editorial española que pare miles de novedades y reediciones cada año, que un texto tan maravilloso estaba oculto, descatalogado, me prometí, con la ilusión que dan los proyectos concebidos en la juventud, restituir como se merecía esa obra. Pero tal cosa no llegó hasta el año 2009, cuando Antonio Rivero Taravillo aceptó mi propuesta de publicar la novela de nuevo, incluyendo un prólogo del que me encargué con fervor y entusiasmo. Para mí es un sueño cumplido en dos partes: primero la materialización en forma de libro, a inicios de 2010, y ahora con su autor presente.

Cuando estudié la obra de Balza para preparar esta edición, di con unas frases muy oportunas, de un buen investigador literario, R. H. Moreno Durán, que decían: «Autor de ejercicios, Balza ratifica con tan sobrio apelativo su permanente e incansable quehacer literario. Un quehacer definido por la búsqueda y la experimentación, alejado de las fórmulas manidas y de la retórica que las califica. No es ni puede ser un autor popular, y en su solitario desafío con las formas radica su compromiso con la escritura del porvenir».

Ciertamente, Balza es un autor de una dimensión literaria fuera de serie, pero cuántos han sido eso y además, han cobrado popularidad. Pero eso no es lo sorprendente en nuestro caso, pues el alcance del autor hasta el lector tiene senderos secretos e imprevisibles. Lo sorprendente es que la crítica especializada, experta a veces en ningunear a autores u obras de calidad excelsa y de destacar libros insulsos, dejándose empujar por modas y tendencias de la masa, no haya reparado como debiera en un texto como Percusión, a mi juicio una joya absoluta de la literatura hispanoamericana, de la literatura en lengua española, de nuestra modernidad occidental.

Pero a la vez me gusta que José no haya sido agrupado en booms, grupúsculos o amiguismos editoriales. Creo que eso afianza su libertad de creador, de ciudadano del mundo, de artista inclasificable en el que el aforismo, el ensayo, la novela, la nouvelle, el cuento y el microcuento, el artículo y la investigación crítica y académica, se mezclan en el alma de un escritor total, de mundo a veces hermético y a veces sencillo, pero siempre fascinante, luminoso, desbordante de lenguaje con ese estilo excepcional suyo, siempre misterioso y de interpretación inagotable.