Con este libro, se cumple un viejo sueño mío: editar en España al cubano Luis Rogelio Nogueras (1944-1985). Me he ocupado de escribir una introducción y de seleccionar una amplia muestra de una obra deslumbrante, pues no en vano Nogueras es uno de esos poetas maravillosos que hasta se pueden recomendar a lectores que no leen poesía. Con eso lo digo todo, o casi, porque ahora añado el primer párrafo de mi prólogo, que titulé "Aquella noche cubana". Desde aquí, mi agradecimiento al equipo responsable de la Diputación Provincial de Málaga (Jesús Aguado, uno de los coordinadores de la colección Puerta del Mar, presentó el libro hace pocos días in situ) por hacer realidad mi antigua ilusión.
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Fue en mayo de 1995, en un patio de reminiscencias andaluzas de la ciudad cubana de Holguín, al este de la isla, que Luis Rogelio Nogueras recobró por unos instantes su presencia entre los vivos. La ocasión era muy especial: la presentación de un libro póstumo titulado, significativamente, Las palabras vuelven. Aquella noche brilló Wichy, sedujo El Rojo con todo su humor, su desparpajo, su inteligencia, su excitante manera de componer poemas onomatopéyicos, sexuales y hasta detectivescos. Su voz sonó en el ritmo de los otros, en la voz de los que le conocían de lejos y en la voz de los que acabábamos de descubrirle con ese encantamiento romántico del joven que explora de repente algo nuevo, hondo y sugestivo. De repente, a miles de kilómetros de casa, el azar había impuesto su calculado orden y regalaba el conocimiento de un artista único al visitante, cronista hoy de aquel momento entrañable, que anduvo unos días entre cantantes, trovadores y poetas. [...]