El amor forzado y casi absurdo de Swann por Odette concebido por Marcel Proust flota sobre Una noche con Claire (1929). Un lirismo semejante, una memoria imperdurable enmarca esta seductora novela de Gaito Gazdánov (1903-1971) que retrata el tiempo de la Revolución, y el antes y el después de un enamoramiento desangelado, el que siente el protagonista por una chica de talante caprichoso, que aparece y desaparece para nutrir la obsesión del soldado Sosédov. Este, pese a la distancia que impone la guerra, se mantendrá pendiente de las rememoraciones de esa mujer de dieciocho años, «francesa y extranjera», a la que conoció en París y con la que retomará el contacto un decenio después para darse cuenta que ha perdido esos años de su vida anhelándola y recordándola.
Asegura Patricio Pron en el prólogo que Gazdánov era «una figura recurrente de la populosa colonia rusa en París» y estaba relacionado con el llamado «Russki Montparnasse», compuesto por seguidores de Proust, Kafka, Gide y Joyce, en una apuesta por «la profundización en la psicología del personaje». Y en efecto, su literatura refleja ese compromiso por las pasiones interiores, lánguidas y etéreas. «En cualquier amor hay tristeza», dice Sosédov, algo que alimenta con fruición con un romanticismo que alcanza su cenit en la página 120, cuando verbaliza su espera perpetua ante la amada Claire, a la que contempla embelesado.
Gazdánov publicó esta novela en 1929, un año después de que empezara a trabajar como taxista en París (lo dejó en 1953). De ahí surgió su otra obra traducida estas fechas al castellano, Caminos nocturnos (Sajalín Editores), una joya peculiar, hipnótica, sobre los desgraciados –prostitutas, borrachos, vagabundos– a los que conoció de madrugada mientras recorría la ciudad. En la introducción James Womack habla de «una precisión de forense» al comentar el talento descriptivo-sentimental de Gazdánov, un autor en verdad excepcional que ahora brilla tras demasiado tiempo sufriendo un olvido inmerecido.
Publicado en La Razón, 14-IV-2011