En la Viena que vio llamear el periódico La Antorcha en el primer tercio de siglo XX no hubo intelectual más admirado que Karl Kraus, muerto en 1936, al año siguiente de que se apagaran esas hojas nacidas en 1899. Para Robert Musil, Kraus fue un «personaje redentor; desde que Kraus está presente e increpa, todo vuelve a estar bien»; Elias Canetti, en cuanto lo escuchó hablar en público, entendió que «él “era” la justicia». No en vano, Kraus se enfrentó al poder establecido, denunció la hipocresía social frente a las minorías maltratadas o frente a la comunidad judía y quiso devolver al pueblo la dimensión espiritual de la palabra.
Pues bien, el lector dispone de una amplia muestra de sus ácidos artículos gracias a esta selección preparada por Adan Kovacsics. En ellos vemos a un Kraus que ataca a «los macarras de la moral», por decirlo con la canción de Serrat, señalando cómo las leyes se entrometen en la vida de la gente hasta la crueldad más despiadada. Entonces pone el dedo en la llaga al indicar «los crímenes, delitos y faltas, de los que son culpables tanto la ley como sus coherentes intérpretes». En paralelo, Acantilado publica el erudito estudio El laberinto de la palabra. Karl Kraus en la Viena de fin de siglo, de Sandra Santana, traductora de los poemas de Kraus y que ve en la obra de este «un catálogo de denuncias convertidas en literatura».
Publicado en La Razón, 5-V-2011