martes, 29 de noviembre de 2011

Reapertura de la Casa-Museo Pérez Galdós



Después de dos años de obras, hoy se abre de nuevo al público la Casa-Museo Pérez Galdós, en Las Palmas de Gran Canaria, lo cual va a coincidir casi con el fin de la edición de las obras completas de Pérez Galdós en esa isla. En su momento, tuve el honor de preparar la introducción del tomo 9, formado por El doctor Centeno, Tormento y La de Bringas, y hace unos días a los prologuistas se nos pidió contestar un par de preguntas para que las recogiera la prensa local. Ahí va.

¿Por qué tiene interés leer a Galdós hoy?

Simple y llanamente porque fue capaz de crear historias fabulosas, llenas de personajes ricos en acciones y pensamientos, con un estilo y un ritmo novelesco excepcionales. A un lado tendrán que quedar consideraciones pedantescas o solemnes, que justifiquen el acercamiento al autor por interés sociológico o histórico, o porque resulta una manera magnífica de conocer la corriente realista decimonónica. Hemos de leer a Galdós por puro placer, por la experiencia maravillosa de conocer tramas de imaginación portentosa. ¿O acaso nos planteamos por qué leer a Dickens o Tolstói? El genio literario sortea tiempos, modas y etiquetas, y el caso de Galdós representa una fuerza de la naturaleza casi incomparable: un talento arrollador para convertir la vida circundante en narrativa.

¿Cuál de sus obras recomendaría?

Al lector que se inicia en Galdós le recomendaría que dejara para más adelante los Episodios nacionales o las primeras obras del autor, como La fontana de oro u otras, muy ligadas al contexto sociopolítico. Hay muchas novelas cuyos argumentos son intemporales y tienen una garra incuestionable: La desheredada, Fortunata y Jacinta, Doña Perfecta, Miau, Tormento, Tristana… Pero yo tengo debilidad por un texto de una modernidad y originalidad asombrosas: El amigo Manso, relato irónico en el que la espiritualidad y el materialismo chocan de forma tan ingeniosa como profunda y actual.