jueves, 26 de abril de 2012

La actriz crepuscular

Tan interesante como ilegible, Chuck Palahniuk tiene el mérito de mantener la curiosidad de muchos fans, que aún idolatran su permanente vanguardismo. «Al desnudo» es su enésima variante de un mismo tema: la perturbación y la imprevisibilidad. Especialista en sacarle partido a los instintos primarios –la violencia en «El club de la lucha» o el sexo en «Asfixia»–, Palahniuk abre nuevas vías narrativas mediante ejercicios de estilo siempre corrosivos, de carácter fragmentario, que exigen una atención absorbente y la falta de expectativa de un relato lineal. Combina ráfagas de fértil inspiración –ciertos pasajes de la agresiva «Diario. Una novela»– con excesos como «Fantasmas», sobre una colonia de escritores, donde su afán por capturar lo morboso acababa siendo un espejo caricaturesco.

En este sentido, creo que «Al desnudo» es su obra más floja, pues apela más al entretenimiento que a la provocación. Recurre a una estructura teatralizada, desde el primer capítulo, «Acto 1, escena 1», y dispersa nombres en negrita, como en las columnas de los periódicos. Todo para recrear el ambiente que rodea a Katherine Kenton, una actriz en decadencia a cuyo servicio está su asistente, Hazie Coogan. Ésta lleva el peso de una narración que se va complicando con la aparición de un tipo que quiere aprovecharse de la vieja gloria. Y ahí es donde entra la codicia, el crimen, la falta de escrúpulos, es decir, el Palahniuk de siempre. Pero no es bastante para recomendar su lectura.

Publicado en LaRazón, 26-IV-2012