Hace siete años, un adolescente que ni siquiera conocí en persona, me
hizo un cuestionario para un trabajo de instituto. Bajando a las catacumbas de
los documentos desperdigados en el ordenador, me encuentro con ello, y lo
desentierro para hacerlo vivir aquí; tal vez alguna idea de las que aparece aún
diga algo de mí, bueno o malo, quién sabe.
¿En tu vida predomina un sentimiento religioso?
A veces creo que el
ateísmo es la mayor fe, pues la creencia en la nada es más angustiosa, más
profunda que el hecho de rendir pleitesía a un dios concreto bajo los
parámetros culturales y protectores de una religión. Mi vida no toma partido
religioso, pero atiende a cualidades cristianas –y a la literatura de su
Biblia–, como la entrega al prójimo, y a posiciones budistas próximas a una
sabiduría sensata y hondamente humana.
¿Qué
acontecimiento ha marcado más tu vida?
Uno interior, poderosísimo: la soledad en sus
manifestaciones más complejas, extensas y terribles, desde que tengo uso de
memoria; otro externo, la desaparición definitiva y la aparición salvadora de
ciertas personas, que son al fin y al cabo las que forman el camino por el que
andamos, las que marcan nuestros sentimientos y temores.
Si pudieras
pedir tres deseos, ¿cuáles serían?
Morir tarde, y antes que mis hijas. Que todos
aquellos a los que quiero disfruten de salud suficiente para vivir dignamente.
Conservar la curiosidad y la sensibilidad.
¿Cuál es la
regla de oro que rige tu vida?
Si la hay, no es una sino muchas, y son
inconscientes: ser consecuente con los pensamientos y acciones propios; ser
paciente, tolerante y leal con los demás; vivir cada momento con intensidad,
pues todo se acumula, todo se convierte en memoria y experiencia, y así es
posible mejorar como persona.
Si volvieras a
nacer, ¿qué cambiarías en tu vida?
Tal planteamiento es, aunque fascinante, pues
remite a un viaje en el tiempo y en el espacio, absurdo, dado que vivir siendo
consciente plenamente de lo que haces o de lo que va a pasar sería
insoportable. Es posible vivir porque desconocemos qué será de nosotros mañana,
y el ayer no hay que despreciarlo pese a sus errores. De lo contrario, nos
volveríamos locos o sólo querríamos suicidarnos.
¿Cuál ha sido el
peor invento de la humanidad?, ¿y el mejor?
El peor, incuestionablemente, las armas que matan a
otras personas, además cada vez de forma más rápida y escalofriante. El mejor
seguramente sería el primero, el que dio pie al resto, la rueda.
¿Qué personaje
de la historia te hubiera gustado ser?
Admiro un millón de cosas en muchísimos personajes
históricos, sobre todo dentro del mundo del pensamiento y las artes, pero jamás
quisiera ser otra persona; prefiero aceptarme a mí mismo pese a todo y, como
esos seres que admiro, ser capaz de explotar el talento inherente a mi
condición de humano y convertirme en alguien del que mis amigos y familiares no
hayan de avergonzarse demasiado.
¿Desde tu punto
de vista cuál es el mayor problema de la
sociedad?
La falta de educación, reflexión, modales, decoro,
etcétera. Es decir, creo que el origen de todos los males sociales,
centrándonos en nuestros ambientes acomodados occidentales (o sea, en los
países que son ricos gracias a la miseria y hambruna de tantos millones de
seres en gran parte del planeta) radica en una escasa preocupación por cuidar
las formas personales: la inteligencia, la amabilidad, la búsqueda de un
criterio propio, todo aquello que nos hace civilizados y no simples animales
que comen, duermen, trabajan o pierden su vida mirando la televisión o
enfadándose por tonterías. Si no hay un trabajo íntimo, espiritual, moral, no
es posible entender al otro, no es posible comprender lo cercano y lo lejano,
no es posible relativizar las cosas y pensar que, en definitiva, somos hijos de
la fugacidad.
¿Cuál es la situación más difícil a la que te has
enfrentado en tu vida?
A la vida misma, desde
niño, llena de atroces experiencias que es del todo indebido apuntar aquí. Pero
tal vez esa situación extrema capital me esté esperando en algún momento del
destino. Lo que le pasa a un hombre, le pasa a todos los hombres, en
definitiva.
¿Si no tuvieras
que trabajar qué harías?
Como mi actividad no la considero un trabajo, tal
como lo entiende la sociedad, seguiría haciendo lo mismo que hago ahora.