martes, 9 de octubre de 2012

Un adolescente entrevistó a T. M.


Hace siete años, un adolescente que ni siquiera conocí en persona, me hizo un cuestionario para un trabajo de instituto. Bajando a las catacumbas de los documentos desperdigados en el ordenador, me encuentro con ello, y lo desentierro para hacerlo vivir aquí; tal vez alguna idea de las que aparece aún diga algo de mí, bueno o malo, quién sabe.

¿En tu vida predomina un sentimiento religioso?
A veces creo que el ateísmo es la mayor fe, pues la creencia en la nada es más angustiosa, más profunda que el hecho de rendir pleitesía a un dios concreto bajo los parámetros culturales y protectores de una religión. Mi vida no toma partido religioso, pero atiende a cualidades cristianas –y a la literatura de su Biblia–, como la entrega al prójimo, y a posiciones budistas próximas a una sabiduría sensata y hondamente humana.
¿Qué acontecimiento ha marcado más tu vida?
Uno interior, poderosísimo: la soledad en sus manifestaciones más complejas, extensas y terribles, desde que tengo uso de memoria; otro externo, la desaparición definitiva y la aparición salvadora de ciertas personas, que son al fin y al cabo las que forman el camino por el que andamos, las que marcan nuestros sentimientos y temores.
Si pudieras pedir tres deseos, ¿cuáles serían?
Morir tarde, y antes que mis hijas. Que todos aquellos a los que quiero disfruten de salud suficiente para vivir dignamente. Conservar la curiosidad y la sensibilidad.
¿Cuál es la regla de oro que rige tu vida?
Si la hay, no es una sino muchas, y son inconscientes: ser consecuente con los pensamientos y acciones propios; ser paciente, tolerante y leal con los demás; vivir cada momento con intensidad, pues todo se acumula, todo se convierte en memoria y experiencia, y así es posible mejorar como persona.
Si volvieras a nacer, ¿qué cambiarías en tu vida?
Tal planteamiento es, aunque fascinante, pues remite a un viaje en el tiempo y en el espacio, absurdo, dado que vivir siendo consciente plenamente de lo que haces o de lo que va a pasar sería insoportable. Es posible vivir porque desconocemos qué será de nosotros mañana, y el ayer no hay que despreciarlo pese a sus errores. De lo contrario, nos volveríamos locos o sólo querríamos suicidarnos.
¿Cuál ha sido el peor invento de la humanidad?, ¿y el mejor?
El peor, incuestionablemente, las armas que matan a otras personas, además cada vez de forma más rápida y escalofriante. El mejor seguramente sería el primero, el que dio pie al resto, la rueda.
¿Qué personaje de la historia te hubiera gustado ser?
Admiro un millón de cosas en muchísimos personajes históricos, sobre todo dentro del mundo del pensamiento y las artes, pero jamás quisiera ser otra persona; prefiero aceptarme a mí mismo pese a todo y, como esos seres que admiro, ser capaz de explotar el talento inherente a mi condición de humano y convertirme en alguien del que mis amigos y familiares no hayan de avergonzarse demasiado.
¿Desde tu punto de vista cuál es el mayor  problema de la sociedad?
La falta de educación, reflexión, modales, decoro, etcétera. Es decir, creo que el origen de todos los males sociales, centrándonos en nuestros ambientes acomodados occidentales (o sea, en los países que son ricos gracias a la miseria y hambruna de tantos millones de seres en gran parte del planeta) radica en una escasa preocupación por cuidar las formas personales: la inteligencia, la amabilidad, la búsqueda de un criterio propio, todo aquello que nos hace civilizados y no simples animales que comen, duermen, trabajan o pierden su vida mirando la televisión o enfadándose por tonterías. Si no hay un trabajo íntimo, espiritual, moral, no es posible entender al otro, no es posible comprender lo cercano y lo lejano, no es posible relativizar las cosas y pensar que, en definitiva, somos hijos de la fugacidad.
¿Cuál es la situación más difícil a la que te has enfrentado en tu vida?
A la vida misma, desde niño, llena de atroces experiencias que es del todo indebido apuntar aquí. Pero tal vez esa situación extrema capital me esté esperando en algún momento del destino. Lo que le pasa a un hombre, le pasa a todos los hombres, en definitiva.
¿Si no tuvieras que trabajar qué harías?
Como mi actividad no la considero un trabajo, tal como lo entiende la sociedad, seguiría haciendo lo mismo que hago ahora.