lunes, 12 de noviembre de 2012

Unas palabras en la Feria del Libro de Puerto Rico



Gracias por la idea, Yolanda

1 [Agradecimientos] (Esta es una tierra profundamente familiar, en el sentido más trascendente de la palabra.)

2 [Investigaciones hispano-puertorriqueñas] He tenido la oportunidad de escribir y publicar, en mi país, textos que rastrean las huellas de los escritores españoles en Puerto Rico: Salinas, Juan Ramón, Crespo, y en cierta manera quisiera seguir sus pasos y sentirme un puertorriqueño más. Siquiera unos instantes. Uno vive en una cueva donde no hay más luz que las palabras, iluminando la escritura. Y un acto público como este constituye una extrañeza. A uno lo sacan de su madriguera y lo exponen a un montón de escuchadores.

3 [Propósito de la feria] Entiendo que esta reunión obedece al “acto de leer” del que habla el presidente de la feria en el programa de actividades. En él lanza preguntas sobre el destino de la lectura, sobre el soporte físico de la lectura en una etapa donde lo tecnológico-digital se abre paso con fuerza. Quiero decir algo al respecto.

4 [España y la edición] Vengo de un país hoy desgajado, en plena frustración social e inmoralidad política, que se llama España. Un país con unas contradicciones superlativas: el líder del fracaso escolar en Europa, y niveles lectores muy bajos, pero una súper potencia en el mundo editorial. El libro es un producto más del mercado, y la industria que lo ampara produce al año cantidades desorbitantes de novedades. ¿Quién lee esos libros? No tengo respuesta.

5 [El placer de leer] El índice de alfabetización es más grande que nunca, pero la importancia de las humanidades en el poso cultural de las personas ha decrecido. ¿Por qué leemos? En sus ensayos, Montaigne decía que por puro placer. Ese es el principal aliciente. Creo que hay que desacralizar los libros para apreciarlos en su justa medida. Los libros pueden ser innecesarios. Sobre todo los de uno mismo.

6 [Librerías que asustan] Siempre me gusta recordar, en este tipo de contextos, de reflexión lectora, unas líneas del narrador peruano Julio Ramón Ribeyro: «No digo en cien años, en diez, en veinte, ¿qué quedará de todo esto? Quizá sólo los autores que vienen de muy atrás, la docena de clásicos que atraviesan los siglos»; y más adelante: «¿Qué cosa hay que poner en una obra para durar? Diríase que la gloria literaria es una lotería y la perduración artística un enigma. Y a pesar de ello se sigue escribiendo, publicando, leyendo, glosando. Entrar a una librería es pavoroso y paralizante para cualquier escritor, es como la antesala del olvido».

7 [Buscar el alma de las cosas] Está perfectamente descrito. Ver tantos libros enfrente a uno lo abruma. Y sin embargo, seguimos escribiendo, continúan nuestras pretensiones de publicar. En papel, por supuesto, pero ahora nuestra voz también se deja oír en Internet. Yo tengo un blog, lo titulé “Alma en las palabras”. Porque creo que el poeta es el encargado de espiritualizar el lenguaje, de dotarlo de emoción. Soy heredero de los trascendentalistas norteamericanos, Emerson, Thoreau, que buscaban la esencia de la vida. Y escribían, simplemente escribían. Que es sinónimo de resistir, de crear algo que antes no existía.

8 [Lectura de poemas] Voy a leer unos pocos textos que no existían antes de agosto del 2010 y que nacieron para captar unas experiencias memorables, acontecidas aquí mismo, en la Isla del Encanto, en la Isla de la Simpatía juanramoniana. Fueron escritos en otra isla, tan diferente como Islandia, y me permito pensar que es pertinente leerlos aquí. Corresponden a un libro que no sé si publicaré y que, en su tercera sección, cuenta con un epígrafe de Juan Ramon y…