viernes, 4 de enero de 2013

Entrevista capotiana a Pablo Martín Sánchez


En 1972, el escritor estadounidense Truman Capote (1924-1984) publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama 1999), y en él el autor de A sangre fría se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pablo Martín Sánchez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La cama.
¿Prefiere los animales a la gente?
Para nada.
¿Es usted cruel?
Cada mañana.
¿Tiene muchos amigos?
A manadas.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Las más raras.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Va a rachas.
¿Es usted una persona sincera? 
Ajá.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
A la babalá (catalanada).
¿Qué le da más miedo?
Las arañas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La maldad.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Amasar pan.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
La danza: salsa, lambada, chachachá.
¿Sabe cocinar?
Mal.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Franz Kafka.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Abracadabra.
¿Y la más peligrosa?
Azar.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Vaya…
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Anarcas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
La mar.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Hablar.
¿Y sus virtudes?
Callar.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Las damas amadas, las faltas pasadas, las baladas cantadas al alba, mamá.
T. M.