En 1972, Truman Capote publicó un original texto que
venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama
1999), y en él el autor estadounidense se entrevistaba a sí mismo con especial
astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus
frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman
la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de
la vida, de Mayra Santos-Febres.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Viviría en el mundo de la literatura, quiero decir, en el
mundo de los personajes e historias que componen esa suerte de metamundo
ficticio. Me encantaría pasearme por el París de La educación sentimental,
de ahí pasar al Japón de Nieve sobre el Monte Fuji y luego a
caminar por A Brave New World y por el Nueva York de Catcher in
the Rye y entonces pasar por Macondo, sentarme a tomarme un café con
Virgilio Piñera en La isla en peso y mirar La Habana desde ahí, con él.
Tirarme al Río Grande de Loiza con Julia de Burgos, al río de ella, río
hombre. Nunca saldría de ese mundo.
¿Prefiere los animales a la gente?
No. Aunque me ladren o me aruñen, siempre prefiero a la
gente.
¿Es usted cruel?
La verdad, no estoy muy segura. Puedo ser descuidada con
las susceptibilidades ajenas. Si eso cuenta como crueldad, entonces lo soy.
Pero herir a la gente porque sí, inclusiva en aras a la "honestidad", es
un deporte que no suelo practicar. Me gusta mucho más disfrutarme a la gente.
¿Tiene muchos amigos?
Miles de amigos cercanos y lejanos, imaginarios y reales.
Algunos son colegas, otros disidentes de las cosas que hago. Pero amigos. Tengo
dos, buenísimos, que he parido yo: mis hijos. Ellos, obviamente, no saben
lo saben.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco amigos. Los voy sintiendo, trabajando con ellos,
leyéndoles, palpando por dentro. Disfruto muchísimo ver vivir a la gente,
sentarme a conversar con ellos. De ahí van surgiendo, poco a poco,
amistades que son verdaderos tesoros. Mis mejores amigos son escritores: Rosa
Beltrán (mexicana), a quien amo. Volpi, José Manuel Fajardo, José Ovejero,
Iwasaki, Thays, Pedrito Mairal, Daniel Torres, Moisés Agosto... También tengo
amigos y amigas periodistas, relacionistas públicos, secretarias ejecutivas,
manejadoras de cuentas bancarias (mi amiga más antigua Betty Santiago) y tengo
amigos jovencísimos que son mis estudiantes, y otros más viejos como el lic
Quique Colón Santana o Gloria Ramírez de Arellano o Isabelita Quilez o Lola
Roig. Tengo amigas ejecutivas como Vivian López-Llamas, exreinas de belleza
como Ana Abislaiman, ceramistas como Joanne Romamacce. Tengo amigos gays,
straght, calvos, bizcos, negros, blancos, chinos, japoneses-peruanos. Miles de
amigos. No los puedo nombrar a todos aunque quisiera. Pero sus cariños me
sustentan.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Casi nunca.
¿Es usted una persona sincera?
Me gusta mentir. Eso sí es algo que practico por puro
placer. Así que, en ese sentido no soy una persona sincera. Me imagino que por
eso soy escritora. No me interesa mucho la realidad, ni “los hechos” ni
“la verdad” si no son reveladores de contenidos profundos, esos que laten en el
fondo de las experiencias y las cosas. Mientras más intento contestar esta
pregunta, más me convenzo de que no soy una persona sincera. De una cosa
estoy segura. No soy hipócrita.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
¿Eso existe; el tiempo libre?
¿Qué le da más miedo?
La muerte de alguno de mis hijos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Me escandaliza la trata y explotación sexual de niñas,
que sobreviva la esclavitud en algunos países y la pobreza de las poblaciones
negras de América Latina. Esto último no tan solo me escandaliza, sino que me
avergüenza.
Si no hubiera decidido ser escritora, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Neuróloga; no me preguntes por
qué.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me gusta correr, más bien trotar. Voy todas las semanas a
la playa, lo cual no es difícil, teniendo en consideración que vivo rodeada de
agua por todas partes.
¿Sabe cocinar?
Sí, pero no soy muy buena cocinando, sino comiendo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de
esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Saatje Bartman, mejor conocida como la Venis Hotentote.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Sueño, rêve, dream.
¿Y la más peligrosa?
Deuda.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
A mis maridos. Pero gracias al cielo, existe el divorcio.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo en la democracia radical participativa. A eso, en
algunos momentos de la historia, se le ha llamado "socialismo
democrático", "izquierda liberal" o populismo socialdemócrata.
Tiendo a apoyar todo movimiento político que defienda la participación ciudadana
en la toma de decisiones colectivas, el cooperativismo y la protección de
los derechos humanos. Como buen hembra de mis tiempos, nacida y criada en la
"Guerra Fría", detesto los totalitarismos de derecha o de
izquierda. Demasiada sangre vertida...
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
La descubridora de la vacuna del sida.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Fumar y el coqueteo irredento.
¿Y sus virtudes?
Soy una mujer fuerte y persistente.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Nunca he sido muy visual. Si me ahogo y veo algo interesante,
te cuento. Pero creo que vería mi versión propia de la escena final de Muerte
en Venecia. A mis propios Tadzeus, mis playas, mi vida adorando la
escritura, eros y thanatos; yo vieja, anhelando, no la juventud perdida, sino
la fuerza para seguir creando; algo así.
T. M.