No hay dos palabras
juntas que atraigan tanto la atención de forma instintiva. Lo saben los
publicistas, los escritores de best-sellers, los guionistas cinematográficos y
tantos otros integrantes de la creatividad comercial: Nueva York es un imán,
una gran manzana jugosa de morder, la capital de un imperio del que todos, en
cierta medida, somos súbditos. Y lo saben los poetas, que encontrarían el lado
lírico al cemento, al cristal, al rascacielo después de que el pionero Walt
Whitman pusiera las bases de esa idolatración al publicar su inmortal libro en
1855, cuando “América era entonces el símbolo famoso de un ideal”, en palabras
de Borges. El autor de “Hojas de hierba” dijo en el último verso del poema “Mannahata” (etimología
del nombre de Manhattan): “¡Ciudad anidada de bahías! ¡Ciudad mía!”.
Incontables los poetas
que han hecho suya Nueva York desde aquel tiempo. Julio Neira se planteó con
cuántos de ellos contaban las letras españolas, y el resultado es este volumen
recopilatorio, bien documentado y estructurado. Juan Ramón Jiménez y García
Lorca; los poetas exiliados, el tiempo de la dictadura; el periodo democrático;
y “Tras el 11 de septiembre de 2001” son los bloques desde los que parte el
investigador. No estamos ante un libro de crítica literaria sino ante un
recorrido bibliográfico en el que se reseñan las obras de una gran multitud de
poetas y se transcriben y explican sus textos más significativos.
La línea del estudio como
censo, perspectiva diacrónica y estructuración histórica está clara y es útil
para obtener una imagen panorámica del tema en cuestión, pero sobra sin duda el
apéndice, con poemas inéditos, más bien flojos, de quince autores. En cuanto a
la concepción de su trabajo, el propio Neira admite que “un corpus tan amplio
ofrece un nivel estético muy irregular”, pero creo que en un país donde impera
el amiguismo de las camarillas poéticas y en el que vemos cómo en las
antologías siempre salen los mismos escritores, es bueno que por una vez no
haya filtro, que el lector pueda elegir a los merecedores de decir que Nueva
York es, también, su ciudad.
Publicado en Letra Internacional (núm. 114/5)