miércoles, 12 de junio de 2013

El año que empezó el siglo XX

Europa, 1913. Cualquier historiador podría documentar los acontecimientos más importantes de aquel año, destacar a los protagonistas de su política, artes o ciencias. Florian Illies, en cambio, ha decidido convertir lo grande y conocido en pequeño y minoritario –si bien no menos importante–, contextualizando las acciones y obras relevantes de ese periodo a partir de localizar su concepción en un momento dado a lo largo de ese año, de enero a diciembre. De tal modo que vemos, por ejemplo, cómo “en los primeros meses de 1913, por un breve tiempo, en Viena coincidieron Stalin, Hitler y Tito, los dos mayores tiranos del siglo XX y uno de los peores dictadores”. Tres hombres que no eran nadie –el primero estudiaba, el segundo pintaba acuarelas y el tercero observaba coches–, y que serían demasiado.

He ahí el quid del libro: dónde estaban y qué hacían aquellos que iban a marcar el futuro del continente. Con traducción de María José Díez y Paula Aguiriano, “1913. Un año hace cien años” es una crónica de sociedad, de hogares, de proyectos personales, y por ende de triunfos y fracasos, crueldades y bondades. Con pasajes breves y concisos, Illies nos muestra a un Thomas Mann rabioso por haber sufrido una mala crítica, a Kafka y Rilke escribiendo cartas, a Freud discutiendo con Jung, a Proust acabando “Por el camino de Swann… Mil anécdotas que conforman un collage que combina cuadros, libros y conciertos. Aún es muy vívido el hundimiento del Titanic, el año anterior, y Spengler prepara “La decadencia de Occidente”, dos referencias simbólicas de la catástrofe que pronto llegará en forma de guerra.

Illies sigue la pista de esos personajes y de otros muchos: el Louis Armstrong de doce años que dispara una pistola en enero debutará como trompetista en septiembre; se sigue el proceso de busca de la robada “Mona Lisa” hasta que reaparece en Florencia; Georg Trakl se droga en primavera, odiándose porque está enamorado de su hermana… Pintores y escritores van y vienen dentro de una elección temporal que no es fortuita por parte de Illies; esos doce meses son el caldo de cultivo de un modo nuevo de ver la existencia: “Así pues, el periodo de los extremos, el terrible y corto siglo XX, comenzó una tarde de enero de 1913 en Viena”. Allí habrían coincidido los dos más grandes psicópatas de la historia. En el año 13, el número por antonomasia de las supersticiones.

Publicado en La Razón, 6-VI-2013