domingo, 30 de junio de 2013

Entrevista capotiana a Nacho Ares

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con especial astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Nacho Ares.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Cualquier biblioteca. La del Museo Británico me vale.
¿Prefiere los animales a la gente?
Hay personas que son como animales (salvajes). Pero si he de elegir, quizá por instinto de supervivencia, prefiero los seres humanos.
¿Es usted cruel?
No, en absoluto, aunque me asusto de lo frío que soy a veces ante acontecimientos un tanto trágicos.
¿Tiene muchos amigos?
Lo que se dice amigos, amigos… no muchos. Conocidos, bastantes, pero de ahí no pasan.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lógicamente tiene que haber un vínculo afectivo.  Pero además busco la honestidad, lealtad, gratitud… Imagino que nada extraño que no busquen otras personas.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Los que lo han hecho es que realmente no son amigos. Así que estoy satisfecho con los que tengo.
¿Es usted una persona sincera? 
El que no haya dicho una mentira en su vida, sencillamente, está mintiendo. Sí me considero sincero, aunque en ocasiones he mentido. En cualquier caso ha sido en momentos extraordinarios.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo o escribiendo. Son mis dos pasiones.
¿Qué le da más miedo?
La verdad es que no soy miedoso. También he de reconocer que suelo evitar las situaciones complicadas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La hipocresía de la gente en religión, política, comportamiento…
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No concibo otra cosa que no sea lo que hago. Me gusta la medicina. Antes de pensar en ser egiptólogo quería ser médico.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, salgo a correr día sí día no y me encanta ir en bici. Cuando no corro me doy un paseo largo en bici.
¿Sabe cocinar?
Lo justo. No me gusta comer y prefiero emplear el tiempo en otras cosas. Aunque  todos los días me hago la comida yo.
Si el Reader’sDigest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Sin lugar a dudas a la princesa de Éboli… mmmmh o bueno, Howard Carter sería también una buena opción.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Tiempo. Si no lo tienes, estás perdido.
¿Y la más peligrosa?
Guerra.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, simplemente me he marchado. Pero aún así, tampoco he tenido necesidad de hacer algo así. Como decía antes. Todo es cuestión de tiempo. El tiempo pone a cada cual en su sitio y si matas a alguien no hay oportunidad de hacerle ver que se ha equivocado, por ejemplo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Como dice mi hermano, yo soy del partido Lleva la Contraria. Si está A, pues pienso B, y si está B, defiendo a A.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un libro en una biblioteca pública. “Conoces” a gente y ves todas las semanas sitios distintos.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Son inconfesables y no se pueden decir…
¿Y sus virtudes?
Soy muy normalito. No creo que destaque en nada en especial, aunque si he de decir algo, por lo que me comentan los que trabajan conmigo, dicen que soy muy perfeccionista. ¿Esto es una virtud? No lo sé, pero seguro que alguien así lo cree.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Soy muy pragmático. Pensaría hasta el último instante en cómo resolver la situación. Seguro que en algún momento de mi vida he leído o visto en algún sitio, algo que me ayude a salvarme. En eso pensaría. Y si no me queda más remedio que morirme –menuda contrariedad–, pues imagino que me acordaría de los míos: los que están y los que ya no, pero que en breve me voy a reencontrar.

T. M.