martes, 21 de enero de 2014

Entrevista capotiana a Alfonso Ruiz de Aguirre

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Alfonso Ruiz de Aguirre.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El locus amoenus, claro.
¿Prefiere los animales a la gente?
No termino de ver las diferencias entre unos y otros.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Menos de los que quisiera. Me gustaría tener un medio amigo como el del personaje del cuento de El conde Lucanor, pero para lograr algo así hay que merecerlo y además gozar de suerte.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad, capacidad de escuchar y de compartir sentimientos, generosidad, inteligencia, sentido del humor, tolerancia, apertura de miras. Sí: acabo de comprender por qué no tengo muchos amigos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Un amigo me decepcionó hace muchos años. Con el tiempo he ido comprendiendo que los seres humanos somos limitados y que, más que esperar y pedir, hay que disfrutar de lo que puedes compartir con tus amigos. Desde entonces he aprendido a valorar lo que me dan sin lamentar lo que querría que me dieran.
¿Es usted una persona sincera? 
Uno de mis peores defectos es que tiendo a decirles a quienes me rodean lo que desean oír, en lugar de lo que siento, por miedo a herirlos. Estoy aprendiendo a cambiar, pero duele y cuesta.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con mis hijos, leyendo, escribiendo, viendo fútbol. Vaya, ahora acabo de descubrir que no soy nada original. Tengo que hacerme con un disfraz de intelectual bohemio para que me consideren escritor.
¿Qué le da más miedo?
El miedo. Y, por desgracia, no se trata de una respuesta que pretenda ser ingeniosa. El miedo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Sobre todo los fuertes que se aprovechan de los débiles. De modo que me paso el día y la vida escandalizado.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me gusta ser profesor.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Para escribir y leer siempre encuentro un momento y un espacio. Para no practicar ejercicio físico siempre encuentro una excusa.
¿Sabe cocinar?
Claro: bocadillos, latas, cualquier cosa a la plancha...
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A mi hija Isabel.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Siento ser trivial: esperanza.
¿Y la más peligrosa?
. Cada vez que la pronuncio me veo obligado a afrontar un nuevo peligro.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Cuando intenté publicar Cosecharás verdugos una amiga declinó escribirle un prólogo porque, en su opinión, sustentaba ideas fascistas y el editor, tras haber firmado el contrato y haberme dado un anticipo, se negó a publicarlo si no cambiaba determinadas cosas, porque, en su opinión, la obra sustentaba ideas comunistas. La novela sigue inédita. Ignoro cuáles son mis ideas políticas, pero sé que si estallara una nueva guerra civil cualquiera de los dos bandos disfrutaría fusilándome.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Si se refiere al trabajo, como dije, me gustaría ser profesor. Si se refiere a los sueños, futbolista. Si se refiere a un ser vivo, lo que los estadounidenses llaman a fly on the wall. Si se refiere a un objeto, es una pregunta demasiado difícil para mí.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Tengo muchos defectos, pero no estoy seguro de tener vicios. Por supuesto, no los mencionaría: puestos a exhibir, prefiero exhibir mis virtudes.
¿Y sus virtudes?
Sé escuchar.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Sin duda, las de las personas que han sido y son más importantes para mí en mi vida. No descarto la posibilidad de que alguno de los personajes de mis novelas o cuentos aprovechara el momento para exigirme responsabilidades.

T. M.