viernes, 3 de enero de 2014

Entrevista capotiana a David Pérez Vega


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de David Pérez Vega.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Para no autolimitar mis movimiento diría que el planeta Tierra, pero si me pongo más metafísico (y estupendo) podría decir que la biblioteca de Borges.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, prefiero a la gente, con la gente puedo hablar.
¿Es usted cruel?
No, desprecio la crueldad, que en realidad podría medirse según la capacidad de cada uno para hacer daño a los más indefensos; es decir, a los animales.
¿Tiene muchos amigos?
Procuro conservar a los amigos que hice en cada momento: los del colegio, los del instituto, los de la universidad, los del lugar donde veraneaba, los de mi primer trabajo; pero no puedo ver de forma regular a todos y es normal que esos grupos vayan mermando. De todos modos, he seguido haciendo amigos después de cumplir los treinta, lo que no me parece demasiado fácil.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Me gusta que sean buenos conversadores, que sean divertidos, atentos y detallistas.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Normalmente no, a mis amigos acabo conociéndolos bien y puedo prever de antemano sus reacciones.
¿Es usted una persona sincera? 
Procuro serlo, no soy consciente de mentir en mi vida de un modo intencionado para hacer daño o para conseguir algún beneficio inmerecido. En todo caso sí que me parecen lícitas las mentiras piadosas y las que podríamos llamar de pura supervivencia.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Estando con mi pareja, amigos o familia. También leyendo, escribiendo, paseando y viendo películas o series de televisión. Si puedo también me gusta viajar.
¿Qué le da más miedo?
La enfermedad y la muerte.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza la corrupción política y la hipocresía del mundo rico frente al pobre.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Profesionalmente soy profesor de economía. Me gusta estar con personas jóvenes a las que puedes mostrar algunos aspectos del mundo al que van a ir a vivir y tratar de inculcarles algunos valores. Así que como no puedo ser escritor a tiempo completo me gusta ser profesor. Si no escribiera en mi tiempo libre, tal vez me dedicaría a hacer más deporte, a escuchar más música, a aprender idiomas y a leer libros que no fuesen sólo de ficción.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino cuando puedo, y en mi casa monto en bicicleta estática mientras veo en un televisor un episodio de alguna serie en inglés. Maximizo el tiempo: hago ejercicio sin salir de casa, mientras disfruto de una serie e intento que no se me olvide el inglés.
¿Sabe cocinar?
Como en el colegio donde trabajo, y ceno frugalmente. Así que no necesito cocinar mucho. Salvo lo muy imprescindible no sé cocinar casi nada.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Creo que lo haría sobre el escrito italiano Primo Levi, una de las personas a las que más admiro.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Nosotros.
¿Y la más peligrosa?
Nosotros.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No de forma real, quizás sí como una fantasía de evasión.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Socialdemócrata, defensor del estado del bienestar.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Quizás en vez de ser profesor de economía en bachillerato me gustaría ser profesor de literatura hispanoamericana en la universidad.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Ensimismarme delante del ordenador.
¿Y sus virtudes?
La paciencia y la honestidad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Imagino que las de mi infancia, o en general, las de los lugares donde he sido más feliz.

T. M.