jueves, 2 de enero de 2014

Lowry entra en erupción


El Malcolm Lowry al que encerraron en la cárcel de Oaxaca tal vez por alcoholismo o por no tener papeles en regla, el que se aisló en una cabaña de Canadá durante los años 1941-1944 para escribir la cuarta versión de «Bajo el volcán», el que se comunicaba con el mundo a través de sus cartas –Lowry a veces trasladaba cartas directamente a su narrativa e incluso las concebía con un afán artístico que no distinguía realidad y ficción–; este hombre vio cómo, en unos pocos meses, doce editoriales rechazaban publicar su novela tras doce años de trabajo.

“Detrás del volcán” recoge las cartas más importantes relacionadas con ese periodo frustrante para Lowry y en el que se dan cita diversas voces. Así, el crítico literario Alfred Kazin le dice al editor Albert Erskine que “el libro forma parte de las novelas más originales y creativas de nuestra época”, mientras que el crítico Jacques Barzun contesta a Lowry, que le había escrito acusándolo de desdeñar su obra. Pero lo central son las setenta páginas de una conocida carta de Lowry, fechada en Cuernavaca en 1946, al editor Jonathan Cape, que le instaba a adoptar las modificaciones que se detallaban en el informe de lectura que había hecho William Plomer (del que la editorial Zut acaba de publicar su novela ambientada en Japón “Sado”).

Una carta en que el autor inglés defiende a capa y espada su creación. Como hará su segunda mujer, Margerie, cuando se dirija al agente literario Harold Matson, consciente de que toda gran obra de arte se abre paso con dificultad y que «el “Volcán” es uno de esos libros: un referente tanto para el pasado como para el futuro». Y es que Matson opinaba que la novela necesitaba “una gran cantidad de trabajo para reducirla a un tamaño y una proporción dentro de los límites de su propio valor”. Y todo, tanta lucha, tanta defensa, para, como recuerda Patricio Pron en el prólogo, «“Bajo el volcán” fuera publicada por Cape poco después y sin gran cambios». 

Publicado en La Razón, 2-I-2014