lunes, 17 de marzo de 2014

Entrevista capotiana a Eva García Sáenz de Urturi



En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Eva García Sáenz de Urturi.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Villaverde, un pueblecito diminuto de Álava de donde es originaria mi familia materna.
¿Prefiere los animales a la gente?
La gente, dónde va a parar.
¿Es usted cruel?
Vaya pregunta me hace usted, lo cierto es que tengo un perfil muy tranquilo.
¿Tiene muchos amigos?
Los que tengo me son suficiente, y agradecida de tenerlos. Pero no los cuento, son algo orgánico, a veces tengo más, a veces menos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La misma que yo procuro dar: lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Los amigos no, los conocidos a veces. Como a todos, nada fuera de lo corriente, vamos.
¿Es usted una persona sincera? 
Si, no. Eso creo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Pasando el día con los míos o leyendo.
¿Qué le da más miedo?
Que los míos pierdan la salud.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La mayoría de las noticias hoy día son para escandalizar. Lo que ocurre es que nos abstraemos y seguimos adelante con nuestra vida.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Seguir leyendo y tan feliz, que es lo mío.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
El ejercicio más exigente del mundo: correr detrás de mis hijos pequeños.
¿Sabe cocinar?
Soy alavesa, ¿usted qué cree?
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Casi todos los escritores me parecen inolvidables, no solo por sus novelas, sino por el mensaje que dejaron. Me resultaría difícil elegir: Mark Twain, Robert Louis Stevenson, Ray Bradbury…
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Madre.
¿Y la más peligrosa?
Envidia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, por Dios. Qué pregunta.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No soy de hablar de política.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Lo de “otra cosa” despista, ¿se refiere a un objeto inanimado? Imagino que algún paisaje que quite el hipo: una montaña, un cañón, un bosque frondoso.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Ni fumo, ni bebo ni ando con mujeres. Así de sobria soy.
¿Y sus virtudes?
Pocas, pocas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Uf, qué mal asunto. Imagino que mis dos partos, alguna presentación de novela especialmente emotiva y los rostros de los que me faltan.
T. M.