viernes, 4 de abril de 2014

Entrevista capotiana a Pedro Zarraluki

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pedro Zarraluki.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Esta debe de ser una pregunta para grandes viajeros, gente que hace grandes cosas con su vida. Yo podría decir que ya vivo en un solo lugar sin salir de él, y estoy bien aquí siempre que no me corten el wi-fi.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los animales no se hacen preguntas, así que no me entusiasman. Prefiero la gente, que sí se hace preguntas y para intentar encontrar las respuestas (o para consolarse porque no las encuentra) inventó la filosofía, el arte, la literatura…
¿Es usted cruel?
Todos lo somos, aunque sólo sea por despiste. No recordar quien es alguien que te saluda muy afectuosamente por la calle, por poner un ejemplo, es una forma muy refinada de crueldad.
¿Tiene muchos amigos?
No sé si son muchos, pero sin duda demasiados para mantener con ellos la complicidad que merecen.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean divertidos, cultos y capaces de sorprenderme. Las mismas que me gustaría tener yo respecto a ellos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
La decepción es un problema de comunicación. A todo el mundo, y en especial a un escritor, no debería decepcionarle nada que no fuera no entender el otro punto de vista.
¿Es usted una persona sincera? 
No, pero quizá haya mentido contestando a esto.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo y viendo películas. Me gustaría tener más tiempo libre para hacerlo. Es verdaderamente fastidioso gastarlo en buscar dinero para vivir.
¿Qué le da más miedo?
El miedo colectivo, que ha dejado que sucedan los grandes horrores de la humanidad. El poder excesivo de ciertos colectivos, que ha provocado los grandes horrores de la humanidad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La casta político-financiera que se está cargando la democracia en este país. Los partidos políticos que se corrompen para financiarse, y de esa manera corrompen el sistema entero. Los jóvenes que entran en ellos como en una empresa que les va a dar trabajo toda su vida.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Escribí mi primera novela con once años. Eso no me daba muchas opciones. No me imagino la vida, la mía al menos, sin escribir. Y, a pesar de todo, cada vez que entrego un libro nuevo a mi agente literario he de decirle una frase que se ha convertido en un ritual: “Quizá sea el último que te doy”. No me gusta hacer las cosas por costumbre o por obligación.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Paseo mucho por el pasillo de mi casa en busca de un adjetivo.
¿Sabe cocinar?
Es lo que más me gusta, además de escribir. Mis paellas son famosas entre mis amigos. Y en esto de cocinar, como me sucede con los libros, tengo grandes, próximos y muy queridos maestros.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Chéjov, por admiración. O al explorador Mungo Park, que, un instante antes de ser tragado para siempre por las aguas del río Níger, gritó: “¡Sólo un esfuerzo más!”
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Por lógica, futuro. Aunque, como dicen, ya no es lo que era.
¿Y la más peligrosa?
Seguridad. Es una palabra engañosa, terrible, llena de potenciales agresiones a los demás.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Matar no, pero sí ignorar a ciertas personas. Es una forma sofisticada de asesinato, aunque tiene un defecto: muchas veces ni se enteran de que las estás ignorando. Todo acto criminal puede volverse en contra de uno.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Estaría con cualquier partido o movimiento que luchara honestamente por una justa redistribución de la riqueza. Pero me siento muy solo en esto, muy huérfano, como tantas y tantas otras personas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Si por “otra cosa” entiende otra profesión: músico, sin duda. Me dan una envidia terrible cuando veo cómo disfrutan tocando. Si por “otra cosa” entiende ser un objeto en lugar de una persona: cámara fotográfica. Me gusta mirar a los demás.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La indolencia, a veces el derrotismo, mi poca capacidad para resistirme a los vicios y malos hábitos cotidianos.
¿Y sus virtudes?
La constancia a pesar de todo. Para bien o para mal, nunca dejo algo sin acabar.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Supongo que los rostros de mi mujer, de mis hijos, y al fondo el cielo azul. ¡Sólo un esfuerzo más!

T. M.