lunes, 5 de mayo de 2014

Entrevista capotiana a Francisco Narla

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Francisco Narla.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Pues ya lo he hecho, el rincón en las montañas gallegas donde he terminado viviendo. Después de dar tumbos por el mundo, después de Los Ángeles, Madrid y muchos otros lugares, al final he podido refugiarme entre bosques y ríos, en buena parte gracias a los lectores y al éxito que han tenido a bien proporcionarme. Así que ese lugar es, hoy en día, mi hogar. Un molino por restaurar en las sierras gallegas.
¿Prefiere los animales a la gente?
Pues eso dependería de qué animal se tratase y de quién es la persona con la que debo compararlo. De todas maneras, estas preguntas siempre tienen algo de capcioso y da la impresión de que cualquier respuesta es susceptible de llevar a una metedura de pata, así que mejor me alejo de jardines embarrados.
¿Es usted cruel?
Supongo que todos podemos serlo en un momento dado, especialmente si nos lleva la ira o la desesperación. Pero, como es lógico, intento no serlo. Aunque reconozco que, en ocasiones, he caído en la tentación.
¿Tiene muchos amigos?
Dejando a un lado los miles de libros que han sido y son grandes amigos, sin contar a mi perro y a mi gato (por aquello de redondear la respuesta anterior), lo cierto es que, entre los humanos, no muchos. Soy de la vieja escuela para eso de la amistad, y yo considero que ese es un asunto muy serio, así que tengo muy pocos amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Diría que honor y lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Lo cierto es que no; además creo firmemente en aquello de "Habla mal mi amigo de mí, por mi bien será".
¿Es usted una persona sincera?
Diría que sí, aunque no creo que sea yo quien deba juzgarlo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Dibujo, tiro con arco, lectura, paseos por el campo, pesca con mosca, cine... Muchas cosas.
¿Qué le da más miedo?
Supongo que el temor en sí mismo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
No suelo ser un hombre de reacciones exageradas. Y no diría que yo sea de los que se escandalizan.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Probablemente hubiera estudiado física o habría profundizado en las matemáticas.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
En estos últimos meses largas travesías monte a través para disfrutar de la naturaleza.
¿Sabe cocinar?
Bueno, sé manejarme. La cocina es un asunto muy serio y difícil, he tenido la fortuna de compartir pucheros con grandes profesionales y no me atrevo a decir que sé cocinar, diría que me las arreglo para aparentar que sí.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No lo sé, hay muchos. Digamos que, por ejemplo el piloto Jimmy Angel (el que descubrió el Salto de Ángel, la catarata más alta del mundo).
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Supongo que a las palabras les da vida el contexto, no las letras que la forman.
¿Y la más peligrosa?
En este caso creo que el peligro depende del interlocutor, no de las palabras.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, claro que no.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Pues muy neutras, hace tiempo que la política me decepcionó hasta tal punto que a día de hoy resulto un animal bastante apolítico.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
¿Otra profesión?, ¿o un objeto en sí? Creo que no entiendo bien la pregunta... Pero bueno, si se refiere a otra carrera, lo cierto es que me siento muy satisfecho como piloto y escritor. Y si se refiere a un objeto, no sé, no creo que me gustase perder la conciencia... Aunque si puedo elegir un animal, en una ocasión un indio navajo me dijo en el Mojave que mi animal totémico era el halcón, supongo que solo intentaba halagar a un turista, pero me gustó mucho la idea.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No lo sé, no debería ser yo quien lo juzgase.
¿Y sus virtudes?
Repito, no creo que deba ser yo quien lo juzgue.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
He estado en situaciones de riesgo y la verdad es que ese tópico nunca ha sido cierto en mi caso. He tenido alguna emergencia severa a los mandos de un avión y lo que pasaba por mi cabeza era una sucesión de opciones y posibilidades para salir del apuro. Buscaba soluciones al problema, no revivía el pasado.

T. M.