martes, 17 de junio de 2014

Patricia Highsmith, carne de pantalla


«Las obsesiones son lo único que me importa. Lo que más me interesa es la perversión, que es el mal que me guía», dijo Patricia Highsmith en su diario de 1942. Entonces, vivía en Nueva York, como guionista de cómics de superhéroes, junto a un manicomio, una cárcel, el ferroviario hacia Canadá y el canal de Hell Gate, como apunta su biógrafa Joan Schenkar. Es decir, en medio de «unos puntos cardinales» formados por «el Crimen, el Castigo, las Vías del Tren y el Infierno». Esas cuatro aristas perfilarán la literatura de la autora texana. Y tal vez la proximidad de las vías le inspirara «Extraños en un tren», que escribió en el centro de artistas Yaddo –invitada por recomendación de Truman Capote– durante dos meses salpicados de borracheras y «affaires».

La obra, publicada en 1950, sería llevada a la gran pantalla al año siguiente por Alfred Hichtcock (con guión de Raymond Chandler, que acabó harto del cineasta); no en balde, el famoso cineasta compartía muchas obsesiones perversas con Highsmith, quien dijo que veía un potencial asesino en cualquier tipo con el que nos tropezamos en la calle. ¿Y qué sino es la historia de dos desconocidos que intercambian sus ansias de deshacerse de dos personas para no verse implicados en los respectivos asesinatos? Habrá varias adaptaciones más de “Extraños en un tren”, pero destaquemos el telefilme de 1996, en versión femenina, protagonizado por Jacqueline Bisset.

La relación de la escritora con el cine y la televisión sería permanente, tanto en vida como de forma póstuma (murió en Suiza, en 1995), sobre todo en lo concerniente al farsante y estafador Tom Ripley, el héroe-criminal –así lo definió ella misma– que protagonizará cinco novelas donde la inmoralidad y el crimen van de la mano. Así, tras un viaje a Europa escribe “El talento de Mr. Ripley”, que se convierte en película en 1955 con el título de “A pleno sol” y Alain Delon en el reparto. Más tarde, en 1999, hará lo propio Anthony Minghella con Matt Damon como Ripley y otros rostros tan prometedores como Gwyneth Paltrow, Jude Law, Cate Blanchett y Philip Seymour Hoffman. En 1974, el alemán Wim Wenders había adaptado la novela “El juego de Ripley” titulándola “El amigo americano”, con Dennis Hopper como protagonista, y en 2002 aparecerá otra versión con John Malkovich... Rollos y rollos de celuloide que proyectaron en imágenes la primera y última obsesión de Highsmith, engendrada ya en el rechazo a sus padres de niña y sus postreros amores más íntimos: el odio.

Publicado en La Razón, 13-VI-2014