sábado, 26 de julio de 2014

Entrevista capotiana a Martín Sotelo

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Martín Sotelo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El plano de mi deseo que yo mismo dibujaría, siempre dentro de una norma de belleza.
¿Prefiere los animales a la gente?
Suelen ser lo mismo.
¿Es usted cruel?
Sólo cuando tengo miedo.
¿Tiene muchos amigos?
No.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sencillez, sinceridad, respeto, nobleza, inteligencia y buen humor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
A un amigo se lo conoce. Y cuando conoces bien a alguien es imposible que te decepciones.
¿Es usted una persona sincera?
Sólo cuando escribo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
En la cama. O mirando por cualquier ventana.
¿Qué le da más miedo?
El miedo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La gente que se pasa el día escandalizada.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Suicidarme.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Crisis de ansiedad.
¿Sabe cocinar?
Sí. Lo que me gusta, claro.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Juan Marsé.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Libertad.
¿Y la más peligrosa?
Libertad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Muchas. Pero no lo hago porque me daría pereza.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Todas aquellas que se ocupan de las verdaderas necesidades de las personas. Es decir, ninguna.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Unas bragas de encaje. O un sostén.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El tomarle vicio al vicio.
¿Y sus virtudes?
Las propias de ser demasiado vicioso.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La imagen de mi cadáver en la playa asustando a unos pacíficos bañistas.

T. M.