domingo, 13 de julio de 2014

Una hipnótica novela total


La cercanía de la muerte por una grave enfermedad hepática no impidió a Roberto Bolaño entregarse, en la recta final de su vida, con más fervor si cabe a lo que su extraordinario talento le había llevado a concebir mucho tiempo atrás. En julio de 2003 abandonaba este mundo dejando lista una obra que él mismo sugería que viera la luz en cinco libros, correspondiente a sus capítulos y llamada “2666”. Sin embargo, ese deseo se cambió para que se publicara íntegra, más de mil páginas que marcarían el destino de la literatura en el ámbito hispánico y anglosajón. Sus colegas de generación –y muy notablemente los autores jóvenes norteamericanos– lo consideran hoy la referencia literaria más importante de nuestro siglo, y así lo atestigua el hecho de que se le hayan dedicado monografías, congresos, documentales y homenajes por doquier.

“2666” (Anagrama, 2004) aúna lo mejor de la literatura del autor de “Los detectives salvajes”: la erudición apócrifa personificada por distintos profesores, la metaliteratura (el juego a partir de obras o autores inventados, en este caso el alemán Archimboldi), la violencia social (representada por el asesinato continuo a mujeres en la mexicana Ciudad Juárez), un humor que sus admiradores ya conocían por sus magistrales cuentos y novelas cortas… El conjunto formaba una novela total, absorbente, hipnótica como un torrente que te arrastraba hacia la mejor expectativa: descubrir el enigma que había detrás de ese título que, en realidad, escondía una fecha.

Publicado en La Razón, 10-VII-2014,
para la sección “Clásicos del siglo XXI”