A las dos acepciones de la palabra calidoscopio (o caleidoscopio) del Diccionario de la Lengua Española habría que añadir una tercera –esta es: título del libro
de poesía de José María Micó publicado en la editorial Visor en el 2013– y
hasta una cuarta: “Espectáculo de poesía y canción en que el poeta José María
Micó recita algunos de sus textos y Marta canta poemas escritos y musicados por
el propio Micó, además de incluir en el repertorio algunos tangos clásicos que
ofrecen la mejor poesía del género”.
Eso vimos en el Auditorio del CaixaForum, en Barcelona, el miércoles
pasado. La pareja, el grupo musical MARTAyMICÓ,
compuesto por dos docentes literarios que aparcan algunas noches sus libros,
investigaciones y clases para echarse a cantar y guitarrear por Cataluña e Italia. Admirable iniciativa esta, casi otro tipo de docencia: la de
enseñarnos cómo la música era, es, tiene que ser inherente a la poesía, que en
la canción popular hay versos de dimensión eterna. Marta Boldú canta –me agradó
especialmente en el tango Maquillaje,
en la canción La última curda, piezas
que reclaman una voz de desgarre– y José María Micó recita sus poemas con
encantadora seguridad y confianza, y rasga las cuerdas como un virtuoso.
El catedrático de literatura de la
Universidad Pompeu Fabra, el profesor inigualable, de infinita sabiduría pese a
su juventud, el experto en Cervantes, Mateo Alemán, Góngora y Quevedo, el
traductor de Ariosto, Ausias March y Jordi de Sant Jordi, el autor de cinco preciosos
libros de poesía y de volúmenes de ensayos como (lo reseñé en su momento) Las razones del poeta, el
que ahora, según me informo, está traduciendo otro reto mayúsculo: la Comedia de un tal Dante, ese hombre que
tiene la humildad y la bonhomía sólo propiedad de los más grandes, no deja de
sorprender, poética, bellamente. Esta vez con un show donde se hace juglar de
sí mismo, subiendo al escenario su mente de erudito con sabor a milonga.