martes, 12 de agosto de 2014

Entrevista capotiana a Sergio Ramírez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Sergio Ramírez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi pueblo natal de Masatepe.
¿Prefiere los animales a la gente?
A veces a los animales.
¿Es usted cruel?
En literatura, a veces.
¿Tiene muchos amigos?
No tantos ni tan pocos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sepan reírse de ellos mismos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Cuando se vuelven solemnes.
¿Es usted una persona sincera? 
Dentro de las posibilidades que tiene lo imposible.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Paseando por la selva de los libros.
¿Qué le da más miedo?
No tanto la muerte, sino las formas terribles que hay de llegar a ella.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La mediocridad dañina.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Continuar con el oficio de operador de cine que tuve a los doce años.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Corría, después caminaba, ahora cuido mi rodilla maltrecha.
¿Sabe cocinar?
Gazpacho, en muy diversas variantes.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Carlos Fuentes.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
El mañana.
¿Y la más peligrosa?
La felicidad colectiva.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No una vez, muchas veces; pero al fin y al cabo soy inofensivo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Izquierda sin ismos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Operador de cine.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Ver películas de toda clase.
¿Y sus virtudes?
Consentir a mis nietos arriesgando arruinarlos.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El día en que a los ocho años me estaba ahogando cuando caí en una pila oscura.

T. M.