Amor y guerra,
el clásico tándem, se aúnan en esta novela del año 2001, el octavo libro del
inglés Ian McEwan (1948), cuyo prestigio no ha dejado de aumentar en lo que va
de siglo. Época previa a la Segunda Guerra Mundial, un amor que queda
mancillado por una acusación difamatoria, y los elementos de la culpa y lo
expiatorio conforman un argumento que llevaría al cine Joe Wright en una
extraordinaria película, con Keira Knightley y James McAvoy, seis años después
(candidata a siete premios Oscar, ganó el de mejor banda sonora).
McEwan, fino
estilista, urdió en “Expiación” una trama atractiva, un trasfondo histórico
logrado y una arquitectura metaficticia muy convincente, pues será la narradora
y “culpable” Briony –una niña que acusa a un criado de su finca de violar a su
hermana Cecilia; acto que confunde con otro real– la que al final de su vida,
tras hacerse enfermera para ayudar a los heridos en combate, escriba esta misma
historia para liberarse del peso de haber actuado mal. El criado, Robbie, había
acabado en la cárcel hasta su incorporación forzada al ejército, y él y Cecilia
morirían sin poder consumar su atracción mutua. Es entonces cuando la habilidad
narrativa de McEwan convierte a Briony, fiel al poder de la literatura, en la
autora de una realidad paralela en la que los unirá para siempre en el texto
que está escribiendo, donde todo es posible: incluso arreglar los errores del
pasado.
Publicado en La Razón, para
la sección “Clásicos del siglo XXI”