miércoles, 22 de octubre de 2014

Entrevista capotiana a Eugenia Sánchez Nieto

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Eugenia Sánchez Nieto.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Tendría que ser una ciudad de clima frío, pero sin invierno, no sobrepoblada pero tampoco un remanso de paz, una ciudad abierta a todos sin discriminación, respetuosa de las diferencias, ojalá democrática, justa, equitativa. Con oportunidades, con gran actividad artística y cultural… Es posible que Montevideo (Uruguay) reúna algunas de estas especificaciones.
¿Prefiere los animales a la gente?
Las personas, la posibilidad del dialogo, es más interesante y divertido que una bestezuela apocalíptica.
¿Es usted cruel?
Vivo en un país cruel (Colombia) y en un mundo cruel, algo de cruel debo tener… consciente y aparentemente no, rechazo todo tipo de violencia.
¿Tiene muchos amigos?
Unos pocos, algunas desde la adolescencia, con el tiempo se van perdiendo y van surgiendo nuevos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
El descomplique, cierta inteligencia, la habilidad para reírse de sí mismo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, pero hay que dosificar la relación, la amistad continua y frecuente a veces produce estragos.
¿Es usted una persona sincera? 
En general sí, he cometido errores por no saber callar a tiempo, la sinceridad a veces hace daño.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, no hay nada más placentero que unos buenos poemas o una novela.
¿Qué le da más miedo?
Las mariposas negras, la gente agresiva y violenta.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La violencia, el asesinato por cualquier motivo, los atentados con ácido, todo ese tipo de agresiones me desaniman y aniquilan espiritualmente.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
De hecho he trabajado como profesora, con distintas comunidades de escasos recursos.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, siendo adolescente fui aficionada al tenis y voleibol, posteriormente al gimnasio, también me gusta hacer largas caminatas.
¿Sabe cocinar?
Sí, platos sencillos de comida cotidiana.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Difícil escoger, tal vez John Lennon, Álvaro Mutis, Alejandra Pizarnik, Álvaro Fayad.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Cambio.
¿Y la más peligrosa?
Venganza.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Siendo muy joven deseé que desaparecieran los abusadores en el poder, pero nunca por mi propia mano, sería incapaz.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Mi opción es la verdadera democracia, rechazo a todos aquellos que a nombre de lo mejor para el pueblo quieren quedarse eternamente en el poder.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un animal de mar.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La apatía.
¿Y sus virtudes?
La lealtad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un torbellino que me lance a una playa, un delfín que me saque de las profundidades, un superman que me eleve y me salve del ahogamiento. Si nada de esto es posible aceptaría el ahogamiento como una buena muerte, no es tan brutal como otras.

T. M.