martes, 18 de noviembre de 2014

Entrevista capotiana a Albeiro Arias

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Albeiro Arias.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una biblioteca.
¿Prefiere los animales a la gente?
Es una pregunta con muchas aristas. Uno podría decir que la gente hace parte del reino animal. Somos una especie de primate de la familia de los homínidos. Entonces prefiero los animales. Ahora ¿qué se entiende por ser humano? ¿Qué se entiende por ser gente? Me quedo con los animalitos.
¿Es usted cruel?
Soy cruel y ejerzo de tiempo completo, sin complejos, sin culpas.
¿Tiene muchos amigos?
Sí, muchos: 3.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Los mejores amigos no son los que te elogian, te adulan, te llaman, te visitan. Los mejores son los que no saben que existes.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, nunca espero nada de ellos.
¿Es usted una persona sincera? 
Socialmente incorrecto.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Dignifico el ocio como un valor supremo. Soy muy rococó. La mejor manera de ocupar el tiempo libre es haciendo absolutamente nada. Eso hago.
¿Qué le da más miedo?
La Biblia, el Corán, El Libro de Mormón, el Ásatrú, Ayyavazhi, Fe Bahá'í, el Adhidhamma pitaka, Los Cuatro Libros Clásicos de Confucio, el de los Vedas, el Talmud, el Rāmāyana, la Biblia Hebrea, etc., etc., etc. De sólo nombrarlos me atemorizo. ¡Qué miedo!
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que todavía existan las religiones y que alguien hable de guerras santas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Actor porno, asesino en serie, estafador, ladrón de bancos, pastor de una Iglesia o tal vez algo que los englobe a todos: político.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Ir al supermercado.
¿Sabe cocinar?
Sí, comida típica colombiana.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Sobre el escultor, arquitecto y pintor italiano Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 7 de diciembre de 1598 - Roma, 28 de noviembre de 1680), en particular destaco su belleza para tallar el mármol, su capacidad de darle humanidad, y psicología a algo tan muerto como el mármol. Además de ser uno de los grandes creadores de la estatuaria religiosa del Vaticano. Él como nadie encarna los valores de la cristiandad. Duró no sé cuántos años tallando el rostro de su amada Costanza Bonarelli hasta inmortalizarla con el cincel y en segundos le cortó la cara con un cuchillo hasta desfigurarla cuando se enteró de la infidelidad con su hermano. Y ni para que cuento lo que dijo Urbino VIII en favor de Gian Lorenzo.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Infierno. La más bella creación de Dios.
¿Y la más peligrosa?
Igualdad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
La lista es interminable, casi todos los presidentes del mundo, en especial los últimos de Venezuela, De Cuba, de EE.UU., de Rusia, de Corea del Norte, de Israel, de Colombia, etc., etc. A los miembros de los cárteles de la droga, a los extremistas de oriente, de occidente, del norte y del sur, a los violadores de niños, a los corruptos, a todos los del Chavo del 8, a los 4 Teletubis, a Barnie, a los Transformers, a Condorito, etc.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Debo ser militante de V de Vendetta o de un grupo político fundado por el Guasón.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un Sumo Pontífice sumamente homosexual.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Son pocos: lujuria, gula, avaricia, codicia, pereza, ira, envidia y soberbia.
¿Y sus virtudes?
Pagar las deudas.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Muchos peces de colores, nadando en ríos, nadando en piscinas, un vaso de agua fresca, el baño con agua fría todas las mañanas y un helado de brownie.

T. M.