lunes, 17 de noviembre de 2014

Más sobre cultura española, literatura y erotismo


El marqués más erótico

A dos siglos de su muerte, Donatien-Alphonse-François, marqués de Sade (París, 1740-Charenton, 1814), sigue estando de actualidad, ya convertido en un icono de la literatura erótica para cada generación de lectores, escritores y cineastas. Tal cosa queda demostrada por la edición de sus Cuentos eróticos, que la editorial Hermida ya ha puesto a la venta. El Marqués de Sade, en ellos, como en todos sus escritos, incluidos los de tinte filosófico, se muestra contrario a la moral burguesa y a todo lo que encorsete la libertad sexual de hombres y mujeres. Son relatos escritos durante una de sus encarcelaciones, situación que tuvo que sufrir en repetidas ocasiones (pasó en prisión muchos periodos a lo largo de veintisiete años). Su propia vida es todo un sainete de circunstancias extravagantes alrededor de orgías, acusaciones de perversiones sexuales y maltrato a prostitutas; en el juicio subsiguiente a esto último, se le condenó a muerte y a que su cuerpo fuera quemado, pero entonces lograría escapar a Italia. 

El origen de “sicalipsis”

En palabras de Maite Zubiaurre, en Culturas del erotismo en España 1898-1939 [reseñado abajo], «otro síntoma de la difícil e incómoda relación que España mantiene con la cultura erótica del primer tercio de siglo XX es la peregrina invención del término pseudoerudito “sicalíptico” (probablemente, acuñado en el seno de una tertulia madrileña, producto del ingenio combinado de una serie de intelectuales beodos), término con el que se designa todo lo relacionado con lo erótico y lo pornográfico». María Moliner lo explica en su diccionario a partir de las palabras griegas “sykon” (vulva) y “aleiptikós” (excitante), y Amando de Miguel, refiere la autora, en “El sexo de nuestros abuelos”, pone el acento en su origen burlesco: “Es fácil comprender la broma y la ironía. La gracia está en que parece un término científico del psicoanálisis, que por entonces se veía como una exótica importación. (…) Contiene además ese ingrediente cultista que tan bien caracteriza a la jerga castiza de Madrid”.