En 1972,
Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que
nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los
perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo
con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus
frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman
la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de
la vida, de Alejandro López Andrada.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa de
campo, la Colina del Verdinal, y sus alrededores, donde ahora vivo: una franja
de terreno del norte de Córdoba que linda con el sur de Badajoz. En este sitio,
además de encontrarme a mí mismo, experimento a cada instante el verdadero
sentido de la inocencia y la libertad.
¿Prefiere los animales a la gente?
Sé que es
duro decirlo, pero debo reconocer que sí. Salvo con un puñado de amigos
verdaderos y mis familiares no tengo mucha relación con la gente. En el paisaje
donde vivo tengo a mis verdaderos amigos, los pájaros, esos que me acompañan
desde la infancia: alcaudones, abubillas, cárabos, alcaravanes…, además de dos
gatas que son mucho más fieles que la mayoría de personas con las que me he
cruzado en mi vida.
¿Es usted cruel?
No. Además
odio la crueldad. No soporto a las personas que hacen daño gratuitamente, algo
que, por desgracia, en la sociedad es bastante común.
¿Tiene muchos amigos?
No. Tengo
muy pocos. Pero eso sí: auténticos y verdaderos. Debido a mi carácter abierto,
le suelo hablar a toda la gente, pero le doy confianza a muy pocas personas, la
verdad.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Ante todo la
fidelidad y la sinceridad. No soporto la traición.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Los pocos que
tengo no me han decepcionado nunca. Por eso son tan pocos y tan verdaderos.
¿Es usted una persona sincera?
Sí. Para
mí es muy importante la sinceridad. Uno debe siempre decir lo que siente y lo
que piensa, aun sabiendo el riesgo que corre siendo así.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Paseando por el
campo o, ya en casa, escuchando y viendo vídeos en YouTube del grupo Queen.
¿Qué le da más miedo?
El
sufrimiento de los seres queridos. También, que siga creciendo la injusticia y
el dolor que están echando quienes nos desgobiernan (los que apoyan el
capitalismo “austericida”) sobre los más débiles de nuestra sociedad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
Me escandaliza la
desvergüenza de quienes utilizan el poder para lucrarse y hundir en la más
oscura miseria a quienes menos tienen. Además, me escandaliza que la justicia
no sea ecuánime y siempre esté al pie del Poder.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
Sin duda,
habría sido ornitólogo. Me habría encantado trabajar elaborando guías de aves
para algún organismo relevante. Pasear por el campo observando los pájaros me
gusta muchísimo más que escribir.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Todos los
días ando varios kilómetros por los alrededores de La esquina del mundo (la Colina
del Verdinal), mi territorio mágico y poético. Y en verano, también practico
mucho la natación.
¿Sabe cocinar?
Bueno, me defiendo
preparando los platos más sencillos y fáciles. No obstante, sí es verdad que me
gusta mucho la cocina. Para mí cocinar es un arte como escribir o hacer buena
literatura: hay que saber dosificar muy bien los ingredientes para que el que
plato tenga su exacto sabor.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Jesucristo. Para
mí es un modelo a seguir. Si siguiéramos sus enseñanzas este mundo no sería el
pudridero que, por desgracia, es.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Amor; pero amor no
entendido en el plano sexual –que también–, sino abierto a todo el mundo, a
todos los que sufren: amor entendido como solidaridad y empatía, como verdadera
entrega a los demás.
¿Y la más peligrosa?
Guerra. No
soporto esa palabra. Creo que debiera desterrarse de este mundo y no ser nunca
utilizada, ni siquiera pronunciada en broma.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, por Dios. Quizá
alguna vez, cuando me han hecho muchísimo daño, en un primer instante he
pensado vengarme. Pero, enseguida, ese pequeño aguijonazo en el espíritu es
cubierto por el bálsamo del perdón. Debido a mi carácter tranquilo y sereno, tengo
la suerte de que olvido muy pronto el daño que me hacen, y por eso perdono muy
bien.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Una izquierda
verdadera, no descafeinada ni prostituida, una izquierda al pie de los
desprotegidos, plenamente uncida al verdadero evangelio de Jesús.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un buen
músico, pero no clásico, sino de la estética pop que bebe en las raíces de
Beatles y Rolling Stones.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Creo que no tengo muchos
vicios. Bueno, quizá uno: comer.
¿Y sus virtudes?
La naturalidad y la
sencillez.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Pensaría, quizá
ingenuamente, en un ángel que, por arte de magia, viniese a rescatarme desde
algún remoto e invisible lugar.
T. M.