viernes, 7 de noviembre de 2014

Entrevista capotiana a Alejandro López Andrada

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Alejandro López Andrada.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa de campo, la Colina del Verdinal, y sus alrededores, donde ahora vivo: una franja de terreno del norte de Córdoba que linda con el sur de Badajoz. En este sitio, además de encontrarme a mí mismo, experimento a cada instante el verdadero sentido de la inocencia y la libertad.
¿Prefiere los animales a la gente?
Sé que es duro decirlo, pero debo reconocer que sí. Salvo con un puñado de amigos verdaderos y mis familiares no tengo mucha relación con la gente. En el paisaje donde vivo tengo a mis verdaderos amigos, los pájaros, esos que me acompañan desde la infancia: alcaudones, abubillas, cárabos, alcaravanes…, además de dos gatas que son mucho más fieles que la mayoría de personas con las que me he cruzado en mi vida.
¿Es usted cruel?
No. Además odio la crueldad. No soporto a las personas que hacen daño gratuitamente, algo que, por desgracia, en la sociedad es bastante común.
¿Tiene muchos amigos?
No. Tengo muy pocos. Pero eso sí: auténticos y verdaderos. Debido a mi carácter abierto, le suelo hablar a toda la gente, pero le doy confianza a muy pocas personas, la verdad.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Ante todo la fidelidad y la sinceridad. No soporto la traición.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No. Los pocos que tengo no me han decepcionado nunca. Por eso son tan pocos y tan verdaderos.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí. Para mí es muy importante la sinceridad. Uno debe siempre decir lo que siente y lo que piensa, aun sabiendo el riesgo que corre siendo así.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Paseando por el campo o, ya en casa, escuchando y viendo vídeos en YouTube del grupo Queen.
¿Qué le da más miedo?
El sufrimiento de los seres queridos. También, que siga creciendo la injusticia y el dolor que están echando quienes nos desgobiernan (los que apoyan el capitalismo “austericida”) sobre los más débiles de nuestra sociedad.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza la desvergüenza de quienes utilizan el poder para lucrarse y hundir en la más oscura miseria a quienes menos tienen. Además, me escandaliza que la justicia no sea ecuánime y siempre esté al pie del Poder.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Sin duda, habría sido ornitólogo. Me habría encantado trabajar elaborando guías de aves para algún organismo relevante. Pasear por el campo observando los pájaros me gusta muchísimo más que escribir.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Todos los días ando varios kilómetros por los alrededores de La esquina del mundo (la Colina del Verdinal), mi territorio mágico y poético. Y en verano, también practico mucho la natación.
¿Sabe cocinar?
Bueno, me defiendo preparando los platos más sencillos y fáciles. No obstante, sí es verdad que me gusta mucho la cocina. Para mí cocinar es un arte como escribir o hacer buena literatura: hay que saber dosificar muy bien los ingredientes para que el que plato tenga su exacto sabor. 
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Jesucristo. Para mí es un modelo a seguir. Si siguiéramos sus enseñanzas este mundo no sería el pudridero que, por desgracia, es.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor; pero amor no entendido en el plano sexual –que también–, sino abierto a todo el mundo, a todos los que sufren: amor entendido como solidaridad y empatía, como verdadera entrega a los demás.
¿Y la más peligrosa?
Guerra. No soporto esa palabra. Creo que debiera desterrarse de este mundo y no ser nunca utilizada, ni siquiera pronunciada en broma.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, por Dios. Quizá alguna vez, cuando me han hecho muchísimo daño, en un primer instante he pensado vengarme. Pero, enseguida, ese pequeño aguijonazo en el espíritu es cubierto por el bálsamo del perdón. Debido a mi carácter tranquilo y sereno, tengo la suerte de que olvido muy pronto el daño que me hacen, y por eso perdono muy bien.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Una izquierda verdadera, no descafeinada ni prostituida, una izquierda al pie de los desprotegidos, plenamente uncida al verdadero evangelio de Jesús.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un buen músico, pero no clásico, sino de la estética pop que bebe en las raíces de Beatles y Rolling Stones.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Creo que no tengo muchos vicios. Bueno, quizá uno: comer. 
¿Y sus virtudes?
La naturalidad y la sencillez.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Pensaría, quizá ingenuamente, en un ángel que, por arte de magia, viniese a rescatarme desde algún remoto e invisible lugar.

T. M.