La autora de «Culturas del erotismo en España
1898-1939», catedrática en UCLA, donde es profesora de literatura española y
alemana –también ha enseñado en Tejas y México–, responde a “La RAZÓN” [13-XI-2014] cuestiones en torno a su campo de estudio. En su bagaje, Zubiaurre también
cuenta con el libro “El espacio en la novela realista. Paisajes, miniaturas,
perspectivas” (2000) y una "Antología del Pensamiento Feminista Español 1726-2011" (2012), además de ediciones de novelas peninsulares y latinoamericanas de los
siglos XIX y XX, y traducciones de novelas alemanas.
Pregunta: ¿Se puede establecer en
el material estudiado alguna diferencia conceptual o práctica entre pornografía,
erotismo, sensualidad?
Respuesta: La verdad es que es
materialmente imposible distinguir entre esas tres categorías. Yo nunca me he
topado con una distinción convincente, ni veo tampoco la utilidad ni el sentido
de semejante clasificación. El erotismo –sinónimo de sensualidad o de pornografía–
no es una verdad “absoluta” sino una realidad (o manifestación de una realidad)
que cambia, con el tiempo, y de audiencia en audiencia. Lo que antes era
pornografía, y de la más “dura”, hoy en día es erotismo descafeinado.
P: Se encargó de la
colección de novela corta erótica de los años treinta “La novela sugestiva”
(CSIC, 2012), y de la obra sicalíptica de Álvaro Retana (Stockcero, 2013). ¿Qué
relevancia literaria tienen a nuestros ojos?
R: Por de pronto, y para el
lector de nuestros días, son fuente importante de documentación, y testimonio
valioso de los derroteros por los que se aventuraba la cultura popular de la
época. Indudablemente, retratan con matices cuidadosos una realidad cotidiana –la
de una España sedienta de modernidad– que los “grandes” (los “unamunos,” como
llamaba con gracia Álvaro Retana a los varones preclaros de la generación del
98 y afines) pocas veces, o nunca, se preocuparon de retratar.
P: ¿Podría hacer una
panorámica del erotismo popular español tras 1939?
R: El resto del siglo XX en
España, no hace falta casi decirlo, tiene dos partes muy definidas, una, la de
la dictadura, y otra, la de la democracia. Por razones obvias, el erotismo bajo
la férula de un régimen totalitario y pacato, pertrechado de aparato censor, es
muy distinto al del erotismo dado a expandirse y a respirar gracias a los
nuevos aires democráticos. La historia cultural del erotismo durante el régimen
franquista todavía está por escribirse. Y la de la era democrática, hasta
cierto punto también.
P: ¿Qué le parece esta moda
de novela erótica pensada para mujeres? ¿Es sexismo, es igualitarismo? ¿Tiene valor
literario?
R: El fenómeno de la
colección de novela erótica de Tusquets, La Sonrisa Vertical, acompañada de premio, representa muy bien ese
resurgimiento, tras la represión, del aliento erótico. Y lo hace además dándole
protagonismo a las mujeres, que escriben libremente y publican en esa
colección. ¿“Novela erótica pensada para mujeres”? No lo entiendo muy bien:
“Novela erótica escrita “por” mujeres, eso sí, y no veo en ello sexismo alguno,
todo lo contrario: que las mujeres escriban, y que lo hagan sobre lo que les dé
la real gana (y para quién les apetezca), es claramente un avance hacia el “igualitarismo”.
Muchas tienen valor literario, como la novela, de fama merecida, de Almudena
Grandes “Las edades de Lulú”.
T. M.