viernes, 14 de noviembre de 2014

Entrevista capotiana a Justo Arroyo

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Justo Arroyo.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sin duda alguna: el Hotel Tequendama, de Bogotá. Ya lo hice, y no porque no podía sino porque no quería.
¿Prefiere los animales a la gente?
No siento ninguna afinidad por los animales. Los prefiero a distancia, así como a las personas que viven con mascotas.
¿Es usted cruel?
Solo conmigo mismo, en cuanto a exigencias personales.
¿Tiene muchos amigos?
Amigos, muy pocos. Conocidos, montón. Pienso que el filtro temporal es muy difícil para todos. Por eso no me extraña que mis mejores amigos sean los más antiguos.
¿Qué cualidades busca en los amigos?
Tolerancia, buen humor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Mis amigos nunca, de los conocidos lo espero.
¿Es usted una persona sincera? 
Con la edad me he dado cuenta que la sinceridad es fundamental para la simplificación, que es lo que busco. Por ello soy sincero en todo momento.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Actualmente todo mi tiempo es libre, es decir, mío. Leo, escribo, disfruto de mis amigos y en especial de mi mejor amiga, mi mujer.
¿Qué le da más miedo?
Me da mucho miedo no tener control sobre la seguridad de los que quiero.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Ya no debiera escandalizarme, pero todavía lo logra la dimensión de la barbarie humana.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No concibo la vida sin la creatividad, en cualquier campo, llámese enseñanza, cocina, lo que sea. En ese sentido, me habría gustado ser chef o enólogo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Soy un gran caminante. Nada más.
¿Sabe cocinar?
Por supuesto. Y con Internet me atrevo a todo.
Si el Readers Digest le encargara escribir un artículo sobre un “personaje inolvidable”,  ¿a quién escogería?
A mi madre, que da no para un artículo sino para una novela de suspenso.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
“Mañana” y todo lo que involucre tiempo, como: “te veo luego” o “hasta pronto”.
¿Y la más peligrosa?
“Sexo”, por su capacidad de mimetismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Matar no, pero sí he querido que desaparezcan.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Al anarquismo no le van bien las tendencias políticas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
La realidad es que nada en la naturaleza me atrae como segunda opción, en vista de que ésta como humano no mucho.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No tengo vicios, ni principales ni secundarios. No fumo, no bebo, y como la comida es muy importante para mí, como muy poco. Tal vez dormir, sí, tengo el vicio de dormir, y solo me enfrento a la vigilia cuando no tengo más remedio. Internet se me está volviendo un vicio.
¿Y sus virtudes?
Una vez que me enfoco es difícil que pierda el rumbo. Pero me parece que he descrito un vicio.
Imagine que se está ahogando, ¿qué imágenes dentro del sistema clásico se le pasarían por la mente?
La del pobre diablo que está siguiendo el mismo camino aburrido de millones de pobres diablos antes que él.


T. M.