Calle del Barrio de las Letras, Madrid
Todos los que me conocen saben que a
nadie admiro más en el mundo de la investigación literaria de cualquier lugar y
lengua que Germán Gullón. Su ingente trabajo académico y en mil y un ámbitos
culturales en calidad de crítico, conferenciante, profesor, asesor, viene
acompañado por una notabilísima obra narrativa que recientemente ha ido en
ascenso, que ha emergido como una isla llena de tesoros en nuestro paupérrimo
horizonte novelístico, ensimismado y ciego a las realidades que nos circundan.
Si ya en La codicia de Guillermo de Orange (2013), urdía una sensacional trama de corruptelas que están a
la orden del día, en Moncloa. Una mujer
hace historia (2014), lo que motivó que un servidor le hiciera mi habitual
entrevista capotiana, da un paso más allá y crea una novela de política ficción
tan penetrantemente certera y actual que convierte a su autor en un analista
socioliterario incomparable.
Despacho de G. G. en la Universidad de Amsterdam
Don Benito Pérez Galdós, ese espejo en el
que parece reflejarse Gullón para extender su mirada de la vida circundante a su
mirada narrativa tan talentosa, tiene mucho que agradecerle. Ahora toda una
vida dedicada a examinar y divulgar la obra del canario alcanzan un cénit
gracias a Isidora. Revista de Estudios
Galdosianos, que para celebrar su número 25 ha querido preparar un
monográfico, por entero firmado por el propio Gullón, titulado “La novela de
Galdós: el presente como materia literaria”. Título que perfectamente podríamos
usar para las narraciones del autor de Los
mercaderes en el templo de la literatura. Yo mismo, si se me permite
confesarlo, reclamaba un volumen de
estas características, que aunara todos sus ensayos y prólogos de ediciones
críticas, como los de La desheredada
o Fortunata y Jacinta. Los trabajos
galdosianos de Gullón son tan iluminadores, además de abundantes, que en sí
mismos son una lección, cada uno de ellos, de capacidad lectora de uno mismo
hacia los demás.
Y es que, a partir de un momento dado, hace
aproximadamente diez años, Gullón entendió que había que colocar a Pérez Galdós
“desde una perspectiva cultural”, dice en una nota previa. Abordaría, pues, la
obra galdosiana “como algo útil, no sólo como un trabajo dedicado a un puñado
de colegas dedicados al estudio e investigación de la narrativa decimonónica”.
Una afirmación modesta para un resultado excelso, ya que Gullón supera con
creces su propósito y habla de su admirado escritor como de algo vívido,
cercano, necesario. Por todo ello, hay que agradecer profundamente a Rosa Amor del Olmo, directora de Isidora y
también “capotiana”, quien, por cierto, acaba de publicar un libro ensayístico sobre
la muerte –Con una palabra tuya– y un
poemario –Deshora de la conciencia–,
que haya hecho posible este número monográfico del mayor experto en Galdós del
mundo, al que me enorgullezco de conocer y leer, aprendiendo de él infinitamente.