martes, 4 de noviembre de 2014

Germán Gullón, novelista galdosiano

Calle del Barrio de las Letras, Madrid

Todos los que me conocen saben que a nadie admiro más en el mundo de la investigación literaria de cualquier lugar y lengua que Germán Gullón. Su ingente trabajo académico y en mil y un ámbitos culturales en calidad de crítico, conferenciante, profesor, asesor, viene acompañado por una notabilísima obra narrativa que recientemente ha ido en ascenso, que ha emergido como una isla llena de tesoros en nuestro paupérrimo horizonte novelístico, ensimismado y ciego a las realidades que nos circundan. Si ya en La codicia de Guillermo de Orange (2013), urdía una sensacional trama de corruptelas que están a la orden del día, en Moncloa. Una mujer hace historia (2014), lo que motivó que un servidor le hiciera mi habitual entrevista capotiana, da un paso más allá y crea una novela de política ficción tan penetrantemente certera y actual que convierte a su autor en un analista socioliterario incomparable.

Despacho de G. G. en la Universidad de Amsterdam

Don Benito Pérez Galdós, ese espejo en el que parece reflejarse Gullón para extender su mirada de la vida circundante a su mirada narrativa tan talentosa, tiene mucho que agradecerle. Ahora toda una vida dedicada a examinar y divulgar la obra del canario alcanzan un cénit gracias a Isidora. Revista de Estudios Galdosianos, que para celebrar su número 25 ha querido preparar un monográfico, por entero firmado por el propio Gullón, titulado “La novela de Galdós: el presente como materia literaria”. Título que perfectamente podríamos usar para las narraciones del autor de Los mercaderes en el templo de la literatura. Yo mismo, si se me permite confesarlo, reclamaba un volumen de estas características, que aunara todos sus ensayos y prólogos de ediciones críticas, como los de La desheredada o Fortunata y Jacinta. Los trabajos galdosianos de Gullón son tan iluminadores, además de abundantes, que en sí mismos son una lección, cada uno de ellos, de capacidad lectora de uno mismo hacia los demás.


Y es que, a partir de un momento dado, hace aproximadamente diez años, Gullón entendió que había que colocar a Pérez Galdós “desde una perspectiva cultural”, dice en una nota previa. Abordaría, pues, la obra galdosiana “como algo útil, no sólo como un trabajo dedicado a un puñado de colegas dedicados al estudio e investigación de la narrativa decimonónica”. Una afirmación modesta para un resultado excelso, ya que Gullón supera con creces su propósito y habla de su admirado escritor como de algo vívido, cercano, necesario. Por todo ello, hay que agradecer profundamente a Rosa Amor del Olmo, directora de Isidora y también “capotiana”, quien, por cierto, acaba de publicar un libro ensayístico sobre la muerte –Con una palabra tuya– y un poemario –Deshora de la conciencia–, que haya hecho posible este número monográfico del mayor experto en Galdós del mundo, al que me enorgullezco de conocer y leer, aprendiendo de él infinitamente.