sábado, 13 de diciembre de 2014

El pasado en las calles

Pisar una simple calle puede ser motivo de recuerdo turbador en cualquier libro de Modiano; pero tal vez nunca se vea esto tan claro como en este libro original del año 2003, “Accidente nocturno”, el cual ve la luz junto a otro en nueva traducción de María Teresa Gallego Urrutia, también en Anagrama, “Libro de familia”, de 1977: un ejercicio de memorias en el que el último premio Nobel revisa recuerdos familiares, su relación con el cine, con la París ocupada por los alemanes, su propia paternidad… mediante un género narrativo mitad novelesco mitad anecdotario autobiográfico.

Pero ahora nos compete más ese “accidente” con el que su víctima, un veinteañero callejero con un pasado intimidante con su padre, y huérfano de madre, se va obsesionando a medida que trata de averiguar algo más de la mujer que lo embistió con su coche y lo lesionó al punto de ser ingresado en un hospital. Todo lo cual inspira una investigación: urbana, bibliográfica, pero también del propio pasado, mezclada con el mundo trascendente de los sueños del personaje, enfocado en nombrar el rostro anónimo que se cruzó con él, decidido en buscar simbólicamente un punto de inflexión en su vida.

El factor de desasosiego, que Modiano activa a partir de un estado particular (un paseo, una convalecencia hospitalaria, ver peces en un acuario) y, de forma muy singular, a través de los olores, cual magdalena proustiana del olfato, se hace patente en un pasaje en el que el mero hecho de andar por una calle significa recordar el “desasosiego que me causó la primera vez”. El desasosiego no se ha ido, y entonces emerge “la sensación de estarme colando en un mundo paralelo, fuera del tiempo”. El tópico del puzle que hay que encajar aquí es necesario, por más que obtengamos al alejarnos una imagen borrosa de lo que se ha quedado formado. Puzle seguramente tedioso para algún nuevo lector, pero hipnótico probablemente para los incondicionales del autor. 

Publicado en La Razón, 11-XII-2014