Suena a broma estúpida, aunque
los noticiarios confirmen su cruda realidad, pero aún hoy, en ciertos lugares,
escribir un poema que un gobierno considere ofensivo es pretexto para el
encarcelamiento, la tortura y la pena de muerte. Tristemente, en China los
intelectuales críticos con el poder sufren esa represión; y ejemplo de ello es
Liao Yiwu (Sichuan, 1958), autor de este extraordinario libro donde detalla sus
cuatro años (de 1990 a 1994), acusado de contrarrevolucionario, en una cárcel
en el que padecerá y verá cosas increíblemente repulsivas. Era el tiempo de la
violencia extrema dirigida a los estudiantes, centrada en la plaza de Tiananmén
de 1989; poco antes el escritor, del que Sexto Piso publicó hace tres años “El
paseante de cadáveres” (estremecedores relatos de la vida callejera china),
concibió sus poemas “Masacre” y “Réquiem”, este además convertido en un intento
de película que acabará despertando las suspicacias de las autoridades. Con
prólogo de Herta Müller, la crónica de Yiwu, que empezó a componer en la celda
y tuvo que rescribir tres veces ante el atropello policial que iría recibiendo,
tiene la fuerza de la autobiografía más honesta con uno mismo y el reflejo
social de una persecución política que asesinó a miles de chinos. La lectura, no
apta para estómagos delicados por sus descarnados episodios carcelarios,
contrasta con el hecho de presentar un país donde impera hoy un capitalismo
salvaje: una “prosperidad sin libertad”, en palabras del poeta, hoy exiliado en
Alemania.
Publicado en La Razón, 22-I-2015