lunes, 19 de enero de 2015

Las esperas de Miguel Albero

Soy un incondicional de Miguel Albero, de su escritura, ingenio, sentido del humor, originalidad, de su voz única que siempre despierta una sonrisa blanca, una crítica social mordaz pero respetuosa, un modo de ver luminoso el día más nublado. En su momento contestó aquí la entrevista capotiana, y en su momento reseñé sus novelas Lenta venganza y Ya queda menos, y antes y después de ello, leí con deleite sus otras narraciones, siempre geniales: Principiantes y Cruces, y sus ensayos excepcionales: Enfermos del libro e Instrucciones para fracasar mejor. Toda esa mirada de ironía y sátira, de divertimento y lucidez, de reírse de sí mismo como de todo lo circundante, se ha extendido también a sus recientes incursiones poéticas, como Sobre todo nada, que son… ¡versos de hospital!, y este que acaba de salir, Lista de esperas (Abada Editores). Albero es un mago en sacarle partido a un concepto, a una idea común, y darle la vuelta para, desenmascarándola de su aspecto cotidiano, darla nueva, para cuestionarla, para ser motivo de risa o de reflexión detenida risueña. Al respecto de este libro, sólo reproduciré una frase de la contracubierta, a la espera de que el lector dé con él y lo disfrute: “Muy recomendable para leer en aeropuertos, consultas médicas o paradas de autobús”.