jueves, 26 de marzo de 2015

Entrevista capotiana a Francisco Gálvez

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Francisco Gálvez.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Córdoba y sus alrededores de Sierra Morena.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende qué clase de animal. Pero me gusta más la gente.
¿Es usted cruel?
No lo creo.
¿Tiene muchos amigos?
Nunca se pueden tener muchos amigos, de los de verdad, ojalá pudiera ser.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad, generosidad y afecto.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Pienso que no.
¿Es usted una persona sincera? 
Trato de serlo y creo que lo soy.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Conversando.
¿Qué le da más miedo?
La calumnia y la incomprensión.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La injusticia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Procurar otra ocupación creativa.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Bicicleta, de vez en cuando.
¿Sabe cocinar?
Lo suficiente para bastarme.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Tendría que ser más de uno.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Sí.
¿Y la más peligrosa?
No.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Muchas, pero no creo que lo hubiera llevado a cabo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Libertad y respeto.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Escritor.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Todo aquello que me impulse a vivir.
¿Y sus virtudes?
Se las tengo que preguntar a los demás.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El tronco de un árbol.
T. M.