miércoles, 25 de marzo de 2015

El “dinero” de John Lanchester y Miguel Brieva

He aquí dos de los artistas actuales que más admiro. Uno de ellos es el inglés John Lanchester. Reseñé, absolutamente maravillado, su novela Capital, para mí sin duda alguna una de las mejores que llevamos de siglo y la que mejor refleja nuestro tiempo dominado por la especulación (la económica que origina otras de alcance moral, familiar, etcétera). Lanchester (nacido en Hamburgo en 1962 pero educado en la India, Hong Kong y Oxford), trabajó en la City londinense como experto financiero, y ese conocimiento directo de los intríngulis del ambiente de la circulación de dinero lo extendió de forma increíblemente inteligente y talentosa a esa gran novela. Ahora, se publica un volumen necesario, magnífico, indispensable ya para movernos en las arenas movedizas de la información que nos salpica a todos y que tiene al euro y al dólar –con el permiso de la libra, el yuan y el marco alemán– como la pareja de moda perpetua: Cómo hablar de dinero, un glosario de términos económicos seguido de un ensayito donde Lanchester acerca al profano los tecnicismos que nos quieren colar para hablar de asuntos que no quieren ser claros y diáfanos intencionadamente. Lanchester lo advierte y destapa tamaña hipocresía, ayudando a entender lo que es a menudo incomprensible para los ciudadanos que no saben de economía y a la vez están sometidos a su implacable tiranía.

El otro artista al que me estoy refiriendo es Miguel Brieva, del que ya me ocupé tiempo atrás, incluyendo aquí su entrevista capotiana, y glosando su revista Dinero para una de mis crónicas neoyorquinas. Dibujante portentoso, dueño de una mirada para analizar la situación sociopolítica inigualable, Brieva es uno de los críticos más contundentes de lo que significa ser persona en estos tiempos frívolos, deshumanizados, tecnológicos, injustos con los que menos tienen. Cada uno de sus álbumes los conservo como tesoros, como guías perfectas para mirar en derredor con ánimo humorístico y asimilar la crueldad política, la incultura que nos rige y la destrucción del planeta. Ahora aparece su primera novela gráfica, Lo que me está pasando, subtitulada Diarios de un joven emperdedor. Nunca antes había abordado Brieva un relato largo de estas características; a mi juicio, se hace farragoso, y el humor no impera como arma absoluta, por más que haya intentado reflejar la manera en que un joven se adentra en el mundo laboral en balde, pues no hay sitio para él. La técnica artística sigue siendo fabulosa, y sus genialidades se dejan adivinar viñeta tras viñeta, como por ejemplo acuñando el término crisismo, aquello en lo que parece que ya nos hemos asentado para no abandonar jamás, pero como cómic no alcanza las altas expectativas que uno se había hecho conforme a la calidad superlativa de sus trabajos anteriores.