martes, 5 de mayo de 2015

La muerte de una Agatha Christie contemporánea

Tal vez la anécdota tiene más de leyenda que realidad, pero se cuenta que Ruth Rendell, en uno de sus primerizos trabajos como periodista, fue acusada de inventarse ciertas historias y por ello fue despedida. Un terrible inicio de andadura profesional para una periodista pero un innegable gancho para alguien deseoso de fabular con la realidad, haciendo de ella intriga, suspense y misterio. De esa fuerza narradora surgiría una de las trayectorias más prolíficas y estimadas en las letras inglesas de las últimas cinco décadas, sólo comparable con el torrente literario de su compatriota Agatha Christie. El grado de popularidad y éxito de sus obras se percibirá claramente con este dato: de 1987 al 2000, se emitieron cuarenta y ocho episodios de «The Ruth Rendell Mysteries» en la televisión británica, con el personaje principal de la autora londinense, muerta ayer sábado a los ochenta y cinco años en su ciudad natal: el inspector Wexford, cuyas novelas están ambientadas en la localidad de Kingsmarksham.

Sería una de las numerosas adaptaciones de sus historias a la pantalla; la más reconocible para nosotros, la que Almodóvar hiciera de «Live Flesh» (1986) con el título de «Carne trémula», en 1997; pero también otros cineastas aclamados como Claude Chabrol, que adaptó «A Judgement in Stone» (1977) con el título de «La ceremonia», se sentirían atraídos por una autora que no se limitaba a escribir tramas detectivescas sino que planteaba todo un juego psicológico que enriquecía poderosamente la dimensión de sus personajes. Rendell (nacida como Ruth Barbara Graseman en 1930; tomaría el apellido de su marido, Don, con el que se divorciaría en 1975, aunque luego se volverían a casar dos años después; moriría en 1999) se va de este mundo habiendo ganado más de veinte premios de 1975 al año 2010, con veinticuatro libros protagonizados por Reginald Wexford ─inventado en la novela «From Doon with Death» en 1967»─ más casi treinta novelas negras y catorce firmadas por su pseudónimo Barbara Vine, amén de diez recopilaciones de cuentos y dos novelas cortas.

Por si fuera poco, Rendell, que publicó hace poco «La chica de la puerta de al lado», sacaba tiempo para implicarse en política. Se convirtió en baronesa en 1996 de la mano del Gobierno laborista y, desde la Cámara de los Lores contribuiría a trabajar en la ley contra la mutilación genital femenina, hoy en vigor. Sus numerosísimos lectores tendrán una última cita con ella: su novela «Dark Corners», que será publicada este año.


Publicado en La Razón, 3-IV-2015