miércoles, 2 de septiembre de 2015

Entrevista capotiana a Á. Fernández Fermoselle

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ángel Fernández Fermoselle.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Kyoto.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, pero prefiero los niños a sus padres.
¿Es usted cruel?
A veces. Pero no es mi intención.
¿Tiene muchos amigos?
No.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad. Por eso tengo pocos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sí, aunque también me decepciono a mí mismo, así que no me sorprende.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí. Salvo cuando es imposible serlo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo a Mo Yan.
¿Qué le da más miedo?
Los nacionalismos.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La pederastia. ¿A quién no?
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Habría sido psicólogo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Hasta que me han dejado mis rodillas, jugaba al tenis, al pádel, hacía trekking, esquiaba, montaba en bici… Ahora, cada vez hago menos cosas y, curiosamente, voy aceptándolo.
¿Sabe cocinar?
Cuatro cosas. Literalmente. (Pero están buenas.)
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Henry Miller.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor.
¿Y la más peligrosa?
Mío.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí. Pero no me lo reprocho: tenía razones, aunque fueran malas. Afortunadamente, todo terminó bien.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las que defienden la libertad, la solidaridad y el desarrollo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Músico.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Son inconfesables. Los tangenciales también lo son.
¿Y sus virtudes?
La perseverancia. Aunque a veces deja de ser virtud para ser un inconveniente.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Las de mis hijas, en presente, y las de mi futuro imposible.
T. M.