miércoles, 18 de noviembre de 2015

Entrevista capotiana a Jorge Omar Viera

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jorge Omar Viera.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Exactamente donde vivo: en Londres, que es como vivir en todos los mundos a la vez. Sólo me falta ganar la lotería para poder pagar el alquiler.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los gatos me parecen buena gente.
¿Es usted cruel?
Ya no. La crueldad es como un coche caro: cuesta mucho su manutención y ni hablar de la póliza del seguro.
¿Tiene muchos amigos?
En Facebook, más de 600. En la vida real, un puñado de brillantes. Pero hay un amigo para cada cosa. Cada amigo es como un color. Y a veces nos falta un color.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco cualidades en mis amigos. Trato de descubrir las que tienen. Ya he dicho que son como brillantes.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Para que te decepcionen, es necesario tener ciertas expectativas. Tener expectativas sobre la gente es un deporte que ya no practico. De todas formas, los diamantes nunca decepcionan.
¿Es usted una persona sincera? 
Lo suficiente como para crearme problemas.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Preferiría no ocuparlo. Preferiría que fuera de veras libre. Escribo, leo, veo series, escucho música, ando por ahí. Bajo la idea de tiempo libre y de su opuesto (la vida productiva, la vida que no es ocio) hasta las aficiones queridas o las vocaciones más fuertes, como escribir, se vuelven un trabajo. Cuando me harto de esa sensación de trabajo, dibujo. Me gusta dibujar. El dibujo es lo más parecido a la libertad.
¿Qué le da más miedo?
No lo voy a decir aquí, por miedo a que me pase. El miedo es del orden de lo innombrable.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La racanería, la mezquindad, la avaricia. No las puedo soportar. Y nunca aprendo: me sorprenden cada vez como un puñete en la cara.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Neurocientífico, diplomático, carpintero, aunque creo que esas son también vidas muy creativas, si no más que la de escritor.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
En tiempos, iba a un gimnasio. Me gusta andar y nadar. También me gusta aliterar.
¿Sabe cocinar?
Sí, bastante: la cocina es prima de la escritura y se potencian entre sí. Nada como repensar la sintaxis de una frase o de un párrafo mientras uno pica verduras en la tablita. Y las copitas de vino en el medio, que son como hermosos paréntesis.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
¿Todavía sigue saliendo el Reader’s Digest? Para mí tiene un aura “vintage”, como los discos de acetato de 45rpm, el Wincofón, la máquina de tejer Knittax, los reproductores de magazines, las máquinas de fax, los gordísimos diarios de papel que chorreaban tinta (¿se acuerda alguien de todas esas cosas?). Suena muy 1972. Las revistas de “Selecciones” solían apilarse en el baño,  junto a tantos otros placeres culposos. Pero si tuviera que elegir algún personaje inolvidable elegiría a Susan Sontag, James Baldwin, Mohammed Ali, Karen Blixen, la reina Elizabeth I de Inglaterra, Samuel Pepys, Walter Benjamin, Paul Celan, Basquiat, Cuauhtémoc, La Malinche, Boudicca, Kahina (la reina de la resistencia bereber), Freddy Mercury, Amy Winehouse, Pasolini, qué se yo… tantos y tantas…  entre los famosos. Pero mejor sería descubrir a algún personaje ignoto, alguien que destacase por su generosidad o su capacidad de empatía, en suma, por su humanidad, alguien que mereciera ser descubierto. Puestos a elegir, escribiría sobre mi amiga Alicia Lischinsky que es, junto a mi madre, la persona más inolvidable que he conocido. Eso sí, preferiría escribir el artículo en The New Yorker, o en la columna de Modern Love, del New York Times.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Inch’allah! (ojalá).
¿Y la más peligrosa?
Democracia, o tal vez libertad: infinitas atrocidades se cometen en su(s) nombre(s).
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Una vez por día, más o menos (ayuda a la digestión).
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Estoy por una redistribución equitativa de la riqueza mundial de tal modo que todas las personas tengan satisfechas sus necesidades básicas, incluyendo la de tener un Porsche.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Joven.
¿Cuáles son sus vicios principales?
¿Se puede continuar en otra página?
¿Y sus virtudes?
Mi presión arterial está muy bien.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Soy muy práctico: intentaría flotar con el menor esfuerzo posible hasta la llegada del helicóptero de rescate. No dudaría en pensar que un helicóptero de rescate viene de camino. En el fondo soy un optimista.
T. M.