Mi foto favorita de Arlt, obra de
Veronique Pestoni
Hace dos semanas, La Razón, mediante una fabulosa crítica de Jesús Ferrer, dedicaba su apertura de libros a los Aguafuertes de Roberto Arlt, con mi trabajo introductorio y de compilación que me ha dado tantas satisfacciones en Hermida Editores. También Félix de Azúa, en El País, se hacía eco del libro a propósito de la España actual y de la que vio el autor argentino en los años 1935-1936, en su artículo “Repetición”. Asimismo, se reseñaba el libro desde las páginas de El Mundo, con un texto de José María Rondón titulado “Roberto Arlt: rabioso, salvaje y total”. Jaime Fernández, por su parte, también se ocupaba por extenso de ello en su blog, y con “La España en color que vio Roberto Arlt en su viaje de 1935” ofrecía además muchas fotos de aquella España realmente llamativas. “Sonoro, flexible, flamante”, firmaba su reseña I. F. Garmendia en el Diario de Sevilla.
Y finalmente, cabe señalar la que más me ha emocionado de esta última oleada de comentarios: la de Vicente Alberto Serrano, desde el Diario de Alcalá, que explica estupendamente el libro con la particularidad de empezar hablando de un servidor; más en concreto, del premio de poesía que gané en Alcalá de Henares en 1999 con Labor de melancoholismo, cuyo trasfondo literario alusivo a José María Fonollosa, del que habló tan bien José Ángel Cilleruelo en el apéndice en su día, llamó la atención de Serrano; como ahora lo ha hecho, tres lustros después de aquella experiencia mía, un escritor lejano de tiempo y lugar pero que tan cercano y certero suena ahora pese a hablar de una España gris, mísera, alterada por la política y terriblemente convulsa.
