jueves, 17 de diciembre de 2015

Entrevista capotiana a Luis Alberto de Cuenca

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Luis Alberto de Cuenca.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una biblioteca bien nutrida de libros y tebeos. La mía, por ejemplo.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende de la gente y de los animales. Me gustan los perros, en especial los cockers y los golden retrievers. Pero hay gente que también me gusta.
¿Es usted cruel?
Todo el mundo ha sido cruel alguna vez. Consigo mismo o con los demás. Pero no he adquirido la costumbre de serlo.
¿Tiene muchos amigos?
Conozco a mucha gente. Y tengo algunos amigos muy queridos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
El sentido del honor, la simpatía, el cariño.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Vengo ya decepcionado de fábrica.
¿Es usted una persona sincera?
Las personas sinceras suelen ser crueles habituales. Ya dije antes que yo no tenía el hábito de la crueldad.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Tengo tan poco tiempo libre últimamente que lo suelo pasar durmiendo.
¿Qué le da más miedo?
El propio miedo. Habita en nosotros. Es un huésped insoportable.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El buenismo. Es el padre de todos los horrores que padecemos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No he decidido ser escritor, sino lector: es una actividad mucho más creativa.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
No.
¿Sabe cocinar?
No.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
No me veo escribiendo en el Reader’s Digest. Como personaje inolvidable me quedo con Dale Arden, la novia de Flash Gordon, o con Hedy Lamarr como Dalila en la película de Cecil B. DeMille.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Tiempo con T mayúscula, ese Tiempo eterno de los orígenes del que hablaba Eliade.
¿Y la más peligrosa?
El tiempo con t minúscula.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, y me preocupa no haber experimentado nunca ese deseo, tan humano por otra parte.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Le contesto lo que respondió Borges a una pregunta semejante: a fuer de escéptico, soy conservador.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Unos días, caballero del rey Arturo; otros, Sherlock Holmes; otros, Borges.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La lectura, el coleccionismo.
¿Y sus virtudes?
La lectura, el coleccionismo. Heráclito ya dijo que Bien y Mal son una y la misma cosa.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Me horroriza pensar que me estoy ahogando. Estoy seguro de que en ese caso a nadie se le pasan por la cabeza imágenes de ningún tipo. Ahogarse es un acto lamentable que se traduce únicamente en sensaciones atroces de terror y de indefensión.

T. M.