domingo, 24 de enero de 2016

Entrevista capotiana a Lur Sotuela

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Lur Sotuela.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Undoso. ¡¿existe?! Es un personaje, un lugar imaginario desde luego, que transita por varias de mis obras narrativas. Es un espacio acariciado por el mar y por las palabras, un rincón inventado, pero que para mí es real. En la novela El descubrimiento de la soledad, publicado por Barataria ediciones, uno de los personajes huye hasta allí escapando de la realidad y de la frustración artística. Me gustó la idea de un lugar, de un pedazo de tierra con conciencia, un fragmento de tierra que siente su soledad, su finitud, y escribí la pequeña Nouvelle, UNDOSO, en la que un buen número de heterodoxos y malditos se reúnen en torno a esa tierra en busca de respuestas, en busca de ese amor imposible, en busca de la vida. Desde luego me marcharía allí.
¿Prefiere los animales a la gente?
A los seres humanos.
¿Es usted cruel?
Creo que no.
¿Tiene muchos amigos?
Eso creo; aunque no creo mucho en la amistad como se entiende socialmente. Soy amigo de la gente que conozco, de la gente con la que hablo, soy amigo de los que escucho y de los que me escuchan. Soy amigo de los que me entienden, sobre todo, pero también de los que no. No creo en una amistad inquebrantable a lo largo del tiempo. Cambiamos por lo que nuestras necesidades emocionales también cambian, y por tanto nuestras amistades, la gente que rodea nuestra vida debería ir cambiando.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean diferentes. Que no miren siempre con los mismos ojos la misma cosa.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Siempre.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Mirando el mundo, después con mis hijos, con mi chica, haciendo deporte, leyendo, hablando con quien sea de lo que sea, leyendo, escribiendo…
¿Qué le da más miedo?
Muchas cosas, por ejemplo, la muerte de los otros, la soledad, la incomunicación…
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que haya gente tan malvada y cruel para pensar solamente en ellos, gente que puede vivir sin mirar alrededor sin ver a los otros seres humanos, las otras vidas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me hubiese gustado ser pirata, inventor, astronauta, explorador… y un largo etc.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Muchos. Pero sobre todo me gusta correr. Sobre todo si la ciudad sigue dormida y mis pasos me dirigen también me gusta mucho nadar en el mar.
¿Sabe cocinar?
Poco, debido a mi falta de paciencia. Me sale muy bien la tortilla de patatas. Cocina más mi chica.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Me inventaría uno. Algo parecido a lo que hago en mi sección de Radio Nacional, en el programa La hora azul, que se llama MALDITA LITERATURA, me inventaría un marginal talentoso e inolvidable que escribe, dibuja y piensa la vida fuera de los márgenes de la sociedad.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Tú.
¿Y la más peligrosa?
Yo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
¿Es usted policía?
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo en el ser humano, y en su progreso, y además tengo un sueño igualitario, por lo que debo de ser profundamente de izquierdas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Un extraterrestre.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Tengo muchos. Debo luchar contra ellos.
¿Y sus virtudes?
Soy alegre, valiente y sonriente, ah y algo imaginativo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Supongo que un niño en una playa al atardecer, dibujando en el suelo un círculo que la espuma blanca borra con su caricia.
T. M.